Su indumentaria suele ser siempre igual: un kaunakes, algo similar a un manto, que en el hombre va de cintura para abajo y que en la mujer cubre desde los hombros. Es una piel de animal, normalmente oveja, que a veces llevan por la parte vista de la lana o a veces con la parte de la piel. La primera aparece llena de curvaturas y es lo más frecuente, mientras que en la segunda aparece lisa con unos flecos debajo.
Fuente: www.artespana.com
martes, 31 de agosto de 2010
jueves, 1 de julio de 2010
Las Sandalias de Tutankamon
Varias estatuas y estatuillas de la tumba de Tutankamón lo muestran con sandalias doradas.
Estas sandalias están hechas de madera y recubiertas con una chapa de marquetería de corteza, de cuero verde, y hoja de oro sobre una base de estuco.
Las suelas están cubiertos con estuco blanco.
Las correas en el empeine son de corteza ornamentada con un patrón de lámina de oro y color.
En el interior se puede ver figuras de negros y asiáticos cautivos atados con tallos de flor de loto y el papiro.
Arriba y abajo hay grupos de cuatro arcos, que junto con los cautivos, representan los nueve enemigos tradicionales de Egipto, a quien el rey pisó simbólicamente bajo los pies al usar las sandalias.
Los egipcios normalmente iban descalzos, pero en algunas ocasiones, los reyes llevaban sandalias muy elaboradas y decoradas.
Los hombres son descritos como los presos, postrados con sus brazos atados a la espalda.
Medidas : 28,3 cm de largo.
Howard Carter nos dice:
.... " Había sandalias, por ejemplo, con dibujos hechos a base de cuentas, cuyo lado se había podrido.
Tal como estaban en el suelo de la cámara parecían estar en perfectas condiciones, pero si intentábamos cogerlas se nos quedaban en las manos y todo lo que teníamos como premio a nuestros esfuerzos era un puado de cuentas sueltas y sin objeto alguno.
Las sandalias eran un claro caso de tatamiento inmediato: con un hornillo de alcohol, parafina, y una a dos horas para que ésta se endureciera, la sandalia podía obtenerse y manejarse con libertad "…''
Bibliografía
Howard Carter. "La Tumba de Tutankhamon", Gran Bretaña, traducción : Rosa Portell.
Fuente: http://www.egiptoforo.com
Estas sandalias están hechas de madera y recubiertas con una chapa de marquetería de corteza, de cuero verde, y hoja de oro sobre una base de estuco.
Las suelas están cubiertos con estuco blanco.
Las correas en el empeine son de corteza ornamentada con un patrón de lámina de oro y color.
En el interior se puede ver figuras de negros y asiáticos cautivos atados con tallos de flor de loto y el papiro.
Arriba y abajo hay grupos de cuatro arcos, que junto con los cautivos, representan los nueve enemigos tradicionales de Egipto, a quien el rey pisó simbólicamente bajo los pies al usar las sandalias.
Los egipcios normalmente iban descalzos, pero en algunas ocasiones, los reyes llevaban sandalias muy elaboradas y decoradas.
Los hombres son descritos como los presos, postrados con sus brazos atados a la espalda.
Medidas : 28,3 cm de largo.
Howard Carter nos dice:
.... " Había sandalias, por ejemplo, con dibujos hechos a base de cuentas, cuyo lado se había podrido.
Tal como estaban en el suelo de la cámara parecían estar en perfectas condiciones, pero si intentábamos cogerlas se nos quedaban en las manos y todo lo que teníamos como premio a nuestros esfuerzos era un puado de cuentas sueltas y sin objeto alguno.
Las sandalias eran un claro caso de tatamiento inmediato: con un hornillo de alcohol, parafina, y una a dos horas para que ésta se endureciera, la sandalia podía obtenerse y manejarse con libertad "…''
Bibliografía
Howard Carter. "La Tumba de Tutankhamon", Gran Bretaña, traducción : Rosa Portell.
Fuente: http://www.egiptoforo.com
Per Fumum
El perfume tuvo su origen en los antiguos santuarios, y de él se ocupaban los sacerdotes, no los expertos en cosmética. En forma de incienso, su función original, sobrevive hoy en las ceremonias de las iglesias.
La palabra se compone de per y fumus, en latín “a través del humo”. Y esto describe exactamente cómo reciben los fieles los fragantes aromas: transportados por el humo de los restos carbonizados del animal sacrificado.
El hombre primitivo, preocupado por la búsqueda de alimentos, creía que la mejor ofrenda a los dioses era una parte de su posesión más preciosa y esencial: un animal sacrificado. Por tanto, el perfume se originó como desodorante, derramado sobre el cadáver de un animal para disimular el olor de la carne quemada. La Biblia explica que cuando Noé, tras haberse salvado del Diluvio, sacrificó unos animales, “el Señor captó el dulce olor»”…, pero no de la carne, sino del incienso.
Con el tiempo, a través de una sustitución simbólica, las intensas fragancias del humo se convirtieron a su vez en ofrendas. Quemar sustancias como el incienso, la mirra, la casia y el nardo representaban el mejor homenaje que un mortal podía ofrecer a los dioses. Así, el perfume dejó de ser un desodorante utilitario para contrarrestar los malos olores, y se transformó en un producto suntuario.
Sin la necesidad de olores intensos que enmascarasen otros, la gente adoptó las leves y delicadas fragancias de frutos y flores.
Esta transición del incienso al perfume, y de unos aromas intensos a otros más suaves, ocurrió a la vez en el Próximo y en el Extremo Oriente hace unos 6000 años. En el año 3000 a.C., los sumerios en Mesopotamia y los egipcios a lo largo del Nilo se bañaban literalmente en aceites y alcoholes de jazmín, lirio, jacinto y madreselva.
Las egipcias aplicaban un aroma diferente a cada parte del cuerpo. Cleopatra se untaba las manos con Kyaphi, un aceite de rosas, azafrán y violetas, y se perfumaba los pies con aejiptium, una loción a base de aceite de almendras, miel, canela, flor de azahar y alheña.
Aunque los hombres de la antigua Grecia no utilizaban cosméticos faciales, ya que preferían un aspecto más natural, eran entusiastas de los perfumes, hasta el punto de emplear un aroma para los cabellos, otro para la piel, otro para las ropas, y otros, diferentes entre sí, para perfumar el vino.
Alrededor del año 400 a.C., los escritores griegos recomendaban hierbabuena para los brazos, canela o rosa para el pecho, aceite de almendras para las manos y los pies, y extracto de mejorana para los cabellos y las cejas. Los jóvenes griegos elegantes llevaron el uso de los perfumes hasta tal extremo que Salón, el estadista que creó la estructura democrática de Atenas, promulgó una ley (pronto derogada) que prohibía la venta de aceites fragantes.
Desde Grecia, los perfumes llegaron a Roma, donde se consideraba que el soldado no estaba en disposición de entrar en combate a menos que se hubiera ungido debidamente con perfumes. A medida que el Imperio Romano conquistaba otros territorios, se popularizaron las fragancias de glicina, lila, clavel y vainilla. Por influencia del Extremo y del Próximo Oriente adquirieron también preferencia el cedro, el pino, el jengibre y la mimosa, y los griegos extendieron la costumbre de preparar los aceites a base de mandarina, naranja y limón.
En Roma se constituyeron gremios de perfumistas, cuyo negocio floreció suministrando los últimos aromas a hombres y mujeres. Conocidos como unguentarii, estos perfumistas ocupaban las tiendas de toda una calle en la antigua Roma. Su denominación, que significa “hombres que untan”, originó nuestra palabra “Ungüento”.
Los unguentarii elaboraban tres tipos básicos de perfume: ungüentos sólidos, cuyos aromas tenían un único ingrediente (por ejemplo, almendra, rosa o membrillo); líquidos, compuestos a partir de flores, especias y gomas trituradas o majadas en un soporte aceitoso; y perfumes en polvo, preparados con pétalos de flores pulverizados y con especias.
Al igual que los griegos, los romanos prodigaban el perfume en sus personas, sus ropas y los muebles de sus hogares, y también en sus teatros. Al escribir sobre costumbres romanas, Edward Gibbon, el historiador británico del siglo XVIII, observa: “El aire del anfiteatro estaba continuamente refrescado gracias al funcionamiento de las fuentes, y profusamente impregnado de los agradables efluvios de los aromatizantes”.
El emperador Nerón, que en el siglo I creó la moda del agua de rosas, gastó cuatro millones de sextercios, equivalentes a unos 20 millones de las antiguas pesetas, en aceite, agua y pétalos de rosa para sí mismo y sus invitados en una sola fiesta nocturna. Y se sabe que en el entierro de su esposa Popea, en el año 65 de nuestra era, se gastó una cantidad de perfume que superaba la producción anual de Arabia. Incluso se perfumó a las mulas que formaron parte del cortejo.
Estos excesos indignaron a la Iglesia. El perfume se convirtió en sinónimo de decadencia y disipación, y en el siglo II los Padres condenaron su uso.
Después de la caída del Imperio Romano, los perfumes se fabricaron principalmente en el Próximo y el Extremo Oriente. Uno de los perfumes orientales más caros reintroducido en Europa por los cruzados en el siglo XI, era el llamado rosa altar, el aceite esencial procedente de los pétalos de la rosa damascana. Doscientas libras de pétalos de rosa, ligeros como plumas, producían una sola onza de attar.
Fueron los cruzados quienes, al regresar cargados de fragancias exóticas, reavivaron el interés de Europa por los perfumes y su elaboración, y en este momento de la historia del perfume entró en juego un nuevo elemento: los aceites animales. Gracias a los conocimientos orientales, los boticarios descubrieron que había cuatro secreciones animales, hasta entonces insospechadas, que producían efectos embriagadores en los seres humanos. Se trataba de aceites: almizcle, ámbar gris, civeta y castor, que son las esencias fundamentales de los modernos perfumes.
Se trata, en realidad, de ingredientes que no parecen guardar la menor relación con los perfumes, puesto que se trata de secreciones sexuales y glandulares, más bien para producir olores desagradables e incluso nauseabundos. Su incorporación al perfume tan sólo se conoce en parte.
Fuente:http://www.tinet.cat/~vne/principal.htm
La palabra se compone de per y fumus, en latín “a través del humo”. Y esto describe exactamente cómo reciben los fieles los fragantes aromas: transportados por el humo de los restos carbonizados del animal sacrificado.
El hombre primitivo, preocupado por la búsqueda de alimentos, creía que la mejor ofrenda a los dioses era una parte de su posesión más preciosa y esencial: un animal sacrificado. Por tanto, el perfume se originó como desodorante, derramado sobre el cadáver de un animal para disimular el olor de la carne quemada. La Biblia explica que cuando Noé, tras haberse salvado del Diluvio, sacrificó unos animales, “el Señor captó el dulce olor»”…, pero no de la carne, sino del incienso.
Con el tiempo, a través de una sustitución simbólica, las intensas fragancias del humo se convirtieron a su vez en ofrendas. Quemar sustancias como el incienso, la mirra, la casia y el nardo representaban el mejor homenaje que un mortal podía ofrecer a los dioses. Así, el perfume dejó de ser un desodorante utilitario para contrarrestar los malos olores, y se transformó en un producto suntuario.
Sin la necesidad de olores intensos que enmascarasen otros, la gente adoptó las leves y delicadas fragancias de frutos y flores.
Esta transición del incienso al perfume, y de unos aromas intensos a otros más suaves, ocurrió a la vez en el Próximo y en el Extremo Oriente hace unos 6000 años. En el año 3000 a.C., los sumerios en Mesopotamia y los egipcios a lo largo del Nilo se bañaban literalmente en aceites y alcoholes de jazmín, lirio, jacinto y madreselva.
Las egipcias aplicaban un aroma diferente a cada parte del cuerpo. Cleopatra se untaba las manos con Kyaphi, un aceite de rosas, azafrán y violetas, y se perfumaba los pies con aejiptium, una loción a base de aceite de almendras, miel, canela, flor de azahar y alheña.
Aunque los hombres de la antigua Grecia no utilizaban cosméticos faciales, ya que preferían un aspecto más natural, eran entusiastas de los perfumes, hasta el punto de emplear un aroma para los cabellos, otro para la piel, otro para las ropas, y otros, diferentes entre sí, para perfumar el vino.
Alrededor del año 400 a.C., los escritores griegos recomendaban hierbabuena para los brazos, canela o rosa para el pecho, aceite de almendras para las manos y los pies, y extracto de mejorana para los cabellos y las cejas. Los jóvenes griegos elegantes llevaron el uso de los perfumes hasta tal extremo que Salón, el estadista que creó la estructura democrática de Atenas, promulgó una ley (pronto derogada) que prohibía la venta de aceites fragantes.
Desde Grecia, los perfumes llegaron a Roma, donde se consideraba que el soldado no estaba en disposición de entrar en combate a menos que se hubiera ungido debidamente con perfumes. A medida que el Imperio Romano conquistaba otros territorios, se popularizaron las fragancias de glicina, lila, clavel y vainilla. Por influencia del Extremo y del Próximo Oriente adquirieron también preferencia el cedro, el pino, el jengibre y la mimosa, y los griegos extendieron la costumbre de preparar los aceites a base de mandarina, naranja y limón.
En Roma se constituyeron gremios de perfumistas, cuyo negocio floreció suministrando los últimos aromas a hombres y mujeres. Conocidos como unguentarii, estos perfumistas ocupaban las tiendas de toda una calle en la antigua Roma. Su denominación, que significa “hombres que untan”, originó nuestra palabra “Ungüento”.
Los unguentarii elaboraban tres tipos básicos de perfume: ungüentos sólidos, cuyos aromas tenían un único ingrediente (por ejemplo, almendra, rosa o membrillo); líquidos, compuestos a partir de flores, especias y gomas trituradas o majadas en un soporte aceitoso; y perfumes en polvo, preparados con pétalos de flores pulverizados y con especias.
Al igual que los griegos, los romanos prodigaban el perfume en sus personas, sus ropas y los muebles de sus hogares, y también en sus teatros. Al escribir sobre costumbres romanas, Edward Gibbon, el historiador británico del siglo XVIII, observa: “El aire del anfiteatro estaba continuamente refrescado gracias al funcionamiento de las fuentes, y profusamente impregnado de los agradables efluvios de los aromatizantes”.
El emperador Nerón, que en el siglo I creó la moda del agua de rosas, gastó cuatro millones de sextercios, equivalentes a unos 20 millones de las antiguas pesetas, en aceite, agua y pétalos de rosa para sí mismo y sus invitados en una sola fiesta nocturna. Y se sabe que en el entierro de su esposa Popea, en el año 65 de nuestra era, se gastó una cantidad de perfume que superaba la producción anual de Arabia. Incluso se perfumó a las mulas que formaron parte del cortejo.
Estos excesos indignaron a la Iglesia. El perfume se convirtió en sinónimo de decadencia y disipación, y en el siglo II los Padres condenaron su uso.
Después de la caída del Imperio Romano, los perfumes se fabricaron principalmente en el Próximo y el Extremo Oriente. Uno de los perfumes orientales más caros reintroducido en Europa por los cruzados en el siglo XI, era el llamado rosa altar, el aceite esencial procedente de los pétalos de la rosa damascana. Doscientas libras de pétalos de rosa, ligeros como plumas, producían una sola onza de attar.
Fueron los cruzados quienes, al regresar cargados de fragancias exóticas, reavivaron el interés de Europa por los perfumes y su elaboración, y en este momento de la historia del perfume entró en juego un nuevo elemento: los aceites animales. Gracias a los conocimientos orientales, los boticarios descubrieron que había cuatro secreciones animales, hasta entonces insospechadas, que producían efectos embriagadores en los seres humanos. Se trataba de aceites: almizcle, ámbar gris, civeta y castor, que son las esencias fundamentales de los modernos perfumes.
Se trata, en realidad, de ingredientes que no parecen guardar la menor relación con los perfumes, puesto que se trata de secreciones sexuales y glandulares, más bien para producir olores desagradables e incluso nauseabundos. Su incorporación al perfume tan sólo se conoce en parte.
Fuente:http://www.tinet.cat/~vne/principal.htm
martes, 29 de junio de 2010
Los Ojos de Cleopatra [Tutorial de Maquillaje]
En el siguiente enlace encontrarán un video de maquillaje artístico que recrea el estilo de Cleopatra, creado por Dreams Color & Glitter http://www.youtube.com/watch?v=hfBYSsmk3DA&feature=related
lunes, 28 de junio de 2010
Las Joyas en el Antiguo Egipto
Los antiguos egipcios eran auténticos apasionados de la ornamentación y del diseño e introdujeron una intensa renovación en la joyería.
La costumbre de enterrar a sus faraones y sacerdotes con sus ajuares y joyas ha permitido conocer en profundidad la tecnología de la joyeria egipcia así como los tipos de piedras preciosas más usadas como alhajas o amuletos y el significado espiritual de estas gemas.
Las joyas tuvieron una gran importancia en la cultura egipcia, tenían dos funciones, las gemas se valoraban tanto por su belleza como por la protección mágica que les proporcionaban, es decir, eran a la vez talismanes y joyas.
Identificaban los metales y minerales con sus dioses y con ciertos poderes terapéuticos, el Cobre y la Malaquita se identificaban con su dios Hathor y el oro con el dios Sol, el nombre del Lapis lazuli y de la Turquesa eran sinónimos de alegría y placer.
El amuleto les servia para evitar el peligro y alejar a los malos espíritus y era la fuente de las fuerzas mágicas que les protegían.
Los orfebres egipcios creaban sus diseños de joyas a mano y utilizaron una gran variedad piedras preciosas y semipreciosas como la amatista, la cornalina, el jaspe, el onice, el lapis lazuli, la turquesa y el cuarzo.
Durante mucho tiempo, la plata fue más importante que el oro, por su escasez, otro material muy utilizado fue el Lapis lazuli, una piedra semipreciosa muy espiritual, que era importada.
En las tumbas del antiguo Egipto, han aparecido gran cantidad de sellos reales y escarabajos sagrados, construidos con piedras preciosas y se sabe que los notables de la corte de los faraones, acostumbraban a regalar grandes collares de piedras preciosas, cerámica o cristal.
El escarabajo fue un animal sagrado que representaba el renacimiento y la regeneración de la salida del sol, se usaba como amuleto, en pendientes, como sello en los anillos y se fabricaban en muchos tipos de gemas como el oro, lapis lazuli, basalto, la turquesa, el vidrio coloreado, y el alabastro.
Las joyas más usadas en el uso diario eran las diademas, los collares de cuentas, los pectorales, brazaletes de aros articulados, y anillos.
Los brazaletes de oro o plata estaban muy generalizados, era normal llevar dos de ellos en cada brazo, uno en la muñeca y otro encima del codo.
Los pendientes de gemas se usaban profusamente tanto por hombres como por mujeres, en todas las clases sociales y fueron muy populares sobre todo en el nuevo reino, uno de cuyos faraones, Akenaton introdujo la perforación del lóbulo de la oreja como se ve en las estatuas reales, que demuestran un uso muy extenso de este adorno.
Fuente: www.dejoyas.com
La costumbre de enterrar a sus faraones y sacerdotes con sus ajuares y joyas ha permitido conocer en profundidad la tecnología de la joyeria egipcia así como los tipos de piedras preciosas más usadas como alhajas o amuletos y el significado espiritual de estas gemas.
Las joyas tuvieron una gran importancia en la cultura egipcia, tenían dos funciones, las gemas se valoraban tanto por su belleza como por la protección mágica que les proporcionaban, es decir, eran a la vez talismanes y joyas.
Identificaban los metales y minerales con sus dioses y con ciertos poderes terapéuticos, el Cobre y la Malaquita se identificaban con su dios Hathor y el oro con el dios Sol, el nombre del Lapis lazuli y de la Turquesa eran sinónimos de alegría y placer.
El amuleto les servia para evitar el peligro y alejar a los malos espíritus y era la fuente de las fuerzas mágicas que les protegían.
Los orfebres egipcios creaban sus diseños de joyas a mano y utilizaron una gran variedad piedras preciosas y semipreciosas como la amatista, la cornalina, el jaspe, el onice, el lapis lazuli, la turquesa y el cuarzo.
Durante mucho tiempo, la plata fue más importante que el oro, por su escasez, otro material muy utilizado fue el Lapis lazuli, una piedra semipreciosa muy espiritual, que era importada.
En las tumbas del antiguo Egipto, han aparecido gran cantidad de sellos reales y escarabajos sagrados, construidos con piedras preciosas y se sabe que los notables de la corte de los faraones, acostumbraban a regalar grandes collares de piedras preciosas, cerámica o cristal.
El escarabajo fue un animal sagrado que representaba el renacimiento y la regeneración de la salida del sol, se usaba como amuleto, en pendientes, como sello en los anillos y se fabricaban en muchos tipos de gemas como el oro, lapis lazuli, basalto, la turquesa, el vidrio coloreado, y el alabastro.
Las joyas más usadas en el uso diario eran las diademas, los collares de cuentas, los pectorales, brazaletes de aros articulados, y anillos.
Los brazaletes de oro o plata estaban muy generalizados, era normal llevar dos de ellos en cada brazo, uno en la muñeca y otro encima del codo.
Los pendientes de gemas se usaban profusamente tanto por hombres como por mujeres, en todas las clases sociales y fueron muy populares sobre todo en el nuevo reino, uno de cuyos faraones, Akenaton introdujo la perforación del lóbulo de la oreja como se ve en las estatuas reales, que demuestran un uso muy extenso de este adorno.
Fuente: www.dejoyas.com
El Nemes
El Nemes, aunque no parezca cierto, solo consistía en una tela que se utilizaba para cubrir la cabeza de los antiguos reyes egipcios. Este trozo de tela se colocaba de manera tal que caía por ambos lados del rostro y se anudaba en la nuca. Normalmente para decorarlo, en la frente se colocaba un ureus.
Su presencia se menciona en varios textos, pero uno de los más importantes es el que se encontró en los textos de la Pirámides que lo nombra como de color blanco y lo asocia con la protección por la diosa Nejbet, que se creía era la protectora de la ciudad de Nejeb, actualmente El Kab.
Normalmente es representado lisado, alternándose en el oro y el azul, aunque los textos solo hablan del color blanco.
Fuente: www.absolutegipto.com
Su presencia se menciona en varios textos, pero uno de los más importantes es el que se encontró en los textos de la Pirámides que lo nombra como de color blanco y lo asocia con la protección por la diosa Nejbet, que se creía era la protectora de la ciudad de Nejeb, actualmente El Kab.
Normalmente es representado lisado, alternándose en el oro y el azul, aunque los textos solo hablan del color blanco.
Fuente: www.absolutegipto.com
Pelos y Pelucas en el Antiguo Egipto
Las ideas relacionadas con los cabellos entre los pueblos del Mediterráneo partían de la base de que éstos simbolizaban la plenitud y la vitalidad del hombre. El cabello no es una parte del ser humano que dependa de su voluntad, crece de forma espontánea, incluso más allá de la muerte durante cierto tiempo. El cabello era por lo tanto portador de muchos simbolismos, y de alguna manera, cada individuo se sentía representado por sus cabellos. Cuando el cabello se caía o se volvía gris, el individuo se sentía amenazado por la edad o la enfermedad y sentía mermada su capacidad vital.
El ser agarrado por el pelo, incluso hoy en día, es sinónimo de ser vencido y quedar a la merced del otro. El faraón agarraba a sus enemigos por el pelo para demostrar que los sometía. En otras culturas antiguas sucedía algo parecido, si una persona se dejaba tocar los cabellos por otra significaba que le entregaba su voluntad y demostraba sumisión. Por ejemplo entre los germanos, el simple hecho de tocarle las barbas a alguien significaba una adopción, y entre los griegos, este mismo gesto significaba sumisión y petición de clemencia. Incluso se llegó a atribuir poderes mágicos al cabello, todos recordamos el episodio bíblico de Sansón y su fuerza en los cabellos. Hasta en el lenguaje coloquial se percibe esta importancia de los cabellos, puesto que todos hemos oido expresiones como “subirse a las barbas” o “tomar el pelo” como falta de respeto, “jugarse el bigote” para decir arriesgar la vida, o antiguos juramentos que decían “por mis barbas” que era tanto como decir “por mi vida”.
Entre las culturas antiguas también encontramos que el cabello tenía una gran importancia en los diferentes momentos de la vida, y con frecuencia había ritos relacionados con él en los cambios de etapa en la vida de las personas, como puedan ser la infancia, pubertad, maternidad, sacerdocio, los ritos funerarios...
Vamos a tratar de desvelar hasta qué punto fue importante todo lo relacionado con cabellos, peinados y pelucas en el Antiguo Egipto. Egipto es un país africano, por lo tanto debemos pensar que sus habitantes tendrían en su mayoría cabello oscuro y rizado como correspondería étnicamente a las razas mediterráneas. No queremos decir los rizos pequeños y apretados de los individuos de raza negra, sino ondulado, o al menos no liso como encontraríamos en las culturas americanas o en las personas pertenecientes a la razas orientales. El pelo de los egipcios se iría haciendo más rizado cuanto más al sur, en la zona de Nubia, donde ya sería el tipo de cabello fuertemente rizado de la raza negra.
Por lo tanto cabe suponer que los habitantes de Egipto tendrían, en su mayoría, cabellos negros, o al menos bastante oscuros. Y también que la calidad de su pelo era buena, ya que el cabello en las razas mediterráneas suele ser abundante y fuerte.
No obstante, una vez más, la climatología de Egipto, con su calor sofocante, condiciona casi todos los aspectos de esta civilización. Y el estilo de peinado no podía ser menos. Los egipcios normalmente llevaban el cabello corto, o incluso rasurado. Si acaso las mujeres podían llevar una melena corta y cuadrada, pero los hombres solían cortar sus cabellos muy cortos, casi al estilo actual. Esto tiene toda la lógica del mundo en lo referente a las clases trabajadoras. El pelo corto o rasurado era una buena manera de hacer frente al calor y a los parásitos. Por este mismo motivo también se depilaban todo el vello corporal.
El cabello y el cuero cabelludo era motivo de constantes atenciones. Unas veces se trataba de combatir las canas, otras veces la calvicie, otras tratar de hacer que el pelo creciera de nuevo, e incluso les preocupaba que las cejas se les volvieran grises. En el Papiro Ebers encontramos recetas para “transformar a un viejo en joven” (esto sería un tinte) así como otra destinada a mujeres y que sirve para “hacer que a una rival se le caiga el pelo”. Esta receta se compondría de hojas de loto quemadas y sumergidas en aceite que habría que aplicar en la cabeza de la mujer odiada.
La receta propuesta por los egipcios para hacer crecer el pelo de alguien calvo sería: grasa de leon, grasa de hipopótamo, grasa de cocodrilo, grasa de gato, grasa de serpiente y grasa de ibis, todas ellas mezcladas y puestas en la cabeza. No sabemos si esto era efectivo, aunque el hecho de que la alopecia siga atormentando a la humanidad, nos hace dudar de su eficacia..
Las referencias al cabello también tienen su importancia en la mitología. La diosa Isis, al enterarse del asesinato de su marido, lo primero que hace es cortarse un mechón de su cabello antes de emprender su búsqueda del cuerpo. Igualmente cuando llega a Biblos, enseña a las damas de aquella corte a trenzar sus cabellos.
En los ritos funerarios también parece que el cabello tenía su papel. Hombres y mujeres aparecían con el pelo en desorden, y las mujeres plañideras se tiraban del pelo entre lamentos, y se tiraban ceniza sobre ellos. Por otra parte, en muchos enterramientos han aparecido pequeñas trenzas o bucles de pelo humano cuidadosamente guardados en cajitas. No sabemos muy bien si esto eran postizos o extensiones y formaban parte del ajuar funerario, como el caso de las pelucas completas, o era simplemente una cuestión piadosa basada en el cariño de alguien por el fallecido o viceversa. La realeza contaba con peluqueros y barberos que cuidaban tanto de su pelo natural como de las pelucas. Tanto mujeres como hombres se ponían a diario en manos de los peluqueros, barberos, manicuristas, etc., al menos esto es lo que nos quieren indicar las representaciones oficiales. Solo en el caso de la familia amárnica tenemos la seguridad absoluta de que llevaban el cráneo rasurado. Hay gran cantidad de representaciones en las que aparecen tanto la pareja real, como sus princesitas luciendo sus alargadas cabezas afeitadas.
Pero en la vida real, las clases trabajadoras se conformaban con ir al barbero/peluquero de vez en cuando para que les rasurase el cráneo. Para ello, hacían cola al aire libre y esperaban su turno echando un sueñecito a la sombra. Así lo vemos en la tumba de Userhat, la nº 56 de Gurnah. Ahora bien, casi podemos decir que se sabía la posición social de un personaje por la longitud de sus cabellos. Cuanto más adinerado era el personaje, más largo el cabello. Un hombre o mujer de cabellos largos no podría estar trabajando en el campo a pleno sol, y si lo hacía, el aspecto de sus cabellos sería de suciedad y desaliño. Así, solo quienes tenían sirvientes para cuidarles y trenzarles el pelo, podían permitirse dejarlo crecer. Aunque, a partir de las representaciones, es muy dificil determinar si el pelo era natural, o se trataba de peluca. Por supuesto en los elaboradisimos peinados que vemos en los banquetes, o en las decoraciones de las tumbas, no nos cabe ninguna duda de que son pelucas. La duda aparece cuando el peinado es “posible”, es decir, no es tan sofisticado, y sería por lo tanto factible que fuera de pelo natural.
Como ya hemos dicho, resulta muy dificil saber si los peinados que aparecen en las imágenes representadas son de pelo natural. Solo en las escenas de vida cotidiana y de trabajadores, podemos estar seguros de que se trata de pelo natural. En las escenas “oficiales” o rituales siempre aparecen representados con pelucas, incluso los sirvientes.
También resulta algo pretencioso llamar peinados a lo que simplemente es un cabello corto, o un cráneo rasurado, ya que es así como aparecen los adultos en estas escenas. Baste para ello ver a los carniceros, o cerveceros, o joyeros. Es decir, los artesanos aparecen frecuentemente rasurados o con cabello muy corto.
En el caso de las mujeres, el hecho de que aparezcan con frecuencia con una melenita corta y cuadrada nos hace pensar que el estilo predominante entre ellas era este, y que efectivamente era su pelo natural, ya que no parece probable que usaran peluca para los extenuantes trabajos que realizaban.
En el caso de los niños, si que tenemos seguridad absoluta de que les afeitaban la cabeza totalmente con el fin de evitar los molestos piojos y liendres. Los niños de la nobleza tambien solían ir rasurados, a excepción de unos cuantos mechones, por lo que vemos en las representaciones. Aunque esto debia ser incómodo, y creemos que era una manera de representarlos para “embellecerlos” de alguna manera, ya que este tipo de arreglo capilar no parece práctico en la vida cotidiana, y menos para niños. Las jovencísimas sirvientas nubias tambien llevaban estos mechones, aunque solían trenzarlos. Los niños de la realeza podían llevar el pelo corto, o llevarlo rasurado, pero manteníendo un mechón en lo alto de la cabeza que dejaban crecer y que trenzaban en un mechón lateral que denominamos mechón de juventud, puesto que al alcanzar la pubertad, lo cortaban. En las representaciones, este mechón aparece azul, como imitando el pelo de los dioses.
Otro tipo de peinado que suponemos de pelo natural era el que utilizaban las bailarinas. Estas muchachas llevaban el pelo largo y lo utilizaban para acompañar los movimientos de sus danzas. Por supuesto no podrían utilizar pelucas para bailar sin que se les cayeran durante sus evoluciones. Hay representaciones en los que estas mujeres aparecen con el pelo suelto, o apenas sujeto por unas cintas.
Hay también representaciones en las que aparecen con el pelo corto, pero con un largo mechon en lo alto de la coronilla, el cual trenzaban con un disco o una bola de terracota que ponían en el extremo de la trenza. Esto suponemos que les servía para dar peso a la trenza y poderla hacer oscilar al ritmo de la música y configurar así algo equivalente a una coreografía.
Los sacerdotes, por su parte, aparecen representados de diferentes formas. Los sacerdotes de menor grado, como por ejemplo los lectores o los wab (puros) iban casi siempre totalmente afeitados. Pero encontramos otros sacerdotes, como puedan ser el sem o el Iunmutef que suelen aparecer con peluca corta y redonda de la que denominamos “nubia”. Particularmente en el caso de los Iunmutef suelen estar representados con peluca corta y trenza lateral, como los niños. Este tipo de peinado era también el de los sacerdotes del clero del dios Ptah en Menfis, y siempre era peluca.
Ya hemos dicho que tenían un estilo de peinado para cada etapa de la vida. El curioso peinado con el que representan a las mujeres que están de parto nos confirma este hecho. Al parecer mientras duraba el trabajo del parto la mujer llevaba un moño despeinado e informal en lo alto de la cabeza, y sólo cuando el niño estaba dispuesto a ver la luz, ella soltaba sus cabellos, como vemos en las representaciones y en el jeroglífico.
Al parecer, recogiendo su pelo conjuraba a los espíritus malignos, y una vez estaban ya conjurados, ella soltaba el pelo como dando permiso al niño para nacer sin peligro. Pero este peinado igualmente era el utilizado para amamantar al bebé. Quizás cumpliera las mismas funciones mágico-religiosas de protección a la madre y al bebé. Pero en mi opinión podría tratarse de una idealización de la tendencia natural que tendría una mujer de recogérse el pelo en lo alto de la cabeza con horquillas, con el fin de paliar el calor y de evitar que cayeran cabellos al bebé que amamanta. Poniéndolo en lenguaje actual, parece lógico que una mujer de pelo largo que va a dar el pecho a un bebé, se lo recoja con una pinza en lo alto de la cabeza para mayor comodidad de ambos. Lo cierto es que siempre que aparece una escena de lactancia, la madre está representada con una especie de moño nada simétrico y bastante informal. Además de estar siempre sentada bajo una pérgola de clemátides, planta que al parecer tenía mucho que ver con la sexualidad y sus consecuencias, en este caso la maternidad. En la iconografia de imágenes de lactancia, casi siempre aparece igualmente un espejo y una sirvienta nubia, con los típicos mechones en su cráneo rasurado.
En cuanto a los extranjeros que visitaban o vivían en el Valle del Nilo, solo los mencionaremos para contrastar las grandes diferencias que presentaban en el estilo de peinado. Los asirios, asiáticos, los pueblos del mar y los nubios siempre aparecían representados con sus estilos autóctonos de peinado. Y al parecer ninguno de esos pueblos tenía por costumbre el uso de pelucas.
Desde épocas muy antiguas aparece el uso de la peluca en Egipto. Para ilustrar esta afirmación debemos remontarnos a las figurillas votivas de fertilidad que ya aparecían con una enorme cabellera de terracota en la que había practicados unos agujeros que servían para insertar ramitas y fibras vegetales a modo de cabellera vegetal.
También en épocas posteriores se siguieron fabricando unas figurillas votivas de fertilidad en forma de pala de madera, cuyas espesísimas pelucas estaban hechas de cuerdas.
Ya hemos dicho que los egipcios se rasuraban por higiene, pero para mantener la estética hacían uso de pelucas en sustitución del propio cabello. Tanto el faraón, como los dioses, o los personajes de la realeza lucían diferentes pelucas dependiendo del rito representado, por tanto debemos pensar que existía cierta simbología en el estilo de la peluca, puesto que los egipcios hacían pocas cosas por que sí, sino que cada cosa obedecía a algo.
Vamos a centrarnos primero en las técnicas de fabricación. Las pelucas egipcias estaban hechas mayoritariamente de cabello humano. No parecen ciertas las afirmaciones de que fabricaban pelucas “baratas” con fibras de palma, o con lana, al menos para la parte “visible” de la peluca. Si que pudieron haber servido de relleno o de base. Lucas y Harris afirman en su libro sobre materiales en el Antiguo Egipto haber analizado microscópicamente 14 de las 15 pelucas que hay en el Museo Egipcio de El Cairo, y el resultado fue común: todas ellas estaban fabricadas con pelo humano castaño o castaño oscuro, se habían teñido de negro y habían sido impregnadas con cera de abejas. Por el contrario, ningún ejemplar de peluca de fibras de palma o de lana ha llegado a nuestros días. Parece, pues, lógico poner en duda su existencia.
Las pelucas, como tantas cosas, fueron idealizadas por los artistas en su afán de simetría, ya que los pocos ejemplares que han llegado a nuestros días no son tan nítidas ni elegantes como aparecen en las representaciones. Además de estar muy manchadas por la grasa de los conos.
La confección de una peluca seguía un esquema simple: El pelo natural, en mechones sueltos, retorcido o en trencitas se entrelazaba muy tirante entre las aberturas de un soporte almohadillado que podía ser de fibras vegetales. Para darle consistencia y fijar el cabello al soporte sumergian (solo el soporte y la raiz de la peluca en un líquido compuesto por resina y cera de abejas. La resina endurecida haría las veces de adhesivo y mantendría los mechones en su lugar. La cera le daría cierta flexibilidad y no se derretiría hasta los 60º por lo tanto la peluca quedaría en su sitio incluso en los días de mas calor. Entonces, ya con la base fijada se podría proceder al peinado de la peluca. Se calcula que una peluca constaba aproximadamente de unos 120.000 cabellos como mínimo.
La famosa peluca rubia rizada del Museo Británico está hecha sobre un entramado de trencitas (unas trescientas, de 400 cabellos cada una) que deja aberturas romboidales por las que se pasan los mechones rizados de la coronilla, que forman una cascada de bucles en lo alto de la cabeza. Las damas acaudaladas tenían sirvientas que cuidaban sus pelucas, y las repeinaban, mientras que en la clase baja, se arreglaban unas a otras, ya que no se puede trenzar el cabello de la nuca una misma. Las pelucas eran fabricadas por los barberos o por mujeres.
Reino Antiguo y Medio
Las pelucas femeninas que aparecen más frecuentemente en las representaciones del Reino Antiguo son las cortas cuadradas y las largas tripartitas. Las primeras son las típicas pelucas de melena corta cuadrada como la que luce la princesa Nofret en la estatua en la que está con su marido. Estas pelucas tenían raya en medio y el cabello muy abundante caía a los lados hasta el mentón más o menos sin llegar a los hombros. Cubría las orejas, aunque al parecer iban superpuestas, y no les importaba nada que el propio cabello apareciera por la frente. Normalmente llevaban una diadema o cinta rodeando la frente.
Los hombres en el Reino Antiguo solían llevar su pelo natural muy corto o afeitado, aunque podían utilizar alguna peluca corta para actos específicos. En las representaciones parietales casi todos los obreros o campesinos aparecen rasurados.
Y no debemos dejar de mencionar a la más exótica de las reinas del REINO ANTIGUO. Nos estamos refiriendo a Meresanj III, la cual no sabemos si utilizaba peluca de pelo muy corto, o realmente instauró la moda de cortarse el pelo natural a lo chico en el Reino Antiguo. Pero lo que llama poderosamente la atención es el color rubio del pelo (o peluca) en aquella época de costumbres tan sobrias.
Reino Medio
Durante el Reino Medio las pelucas cortas cuadradas quedaron para las clases trabajadoras, mientras que las de pelo muy corto, casi como un casco, y las de pelo largo llamadas tripartitas fueron las más comunes.
Las pelucas tripartitas consistían en una melena dividida en tres partes, dos mechones a los lados que caían sobre el pecho, y otro mechón mas grueso que caería por la espalda. Suponemos que esta disposición del pelo era una idealización más, ya que al menor movimiento las tres particiones se mezclarían y quedaría el pelo desordenado. Aunque también podían estar los cabellos impregnados de algo que les diera consistencia y les impidiera moverse de su sitio. Normalmente estas pelucas no eran de trenzas sino de mechones gruesos y lisos, dejaban ver las orejas y tambien estaban peinadas con raya en medio.
Reino Nuevo - Pelucas complejas
Como casi todo en el AE, las pelucas llegaron a su momento de mayor sofisticación en el Imperio Nuevo, con intrincados trenzados, y diferentes capas de pelo. Cada mechón acababa en un tirabuzón, o llevaba algún adorno.
Pero no solo se utilizaba la técnica de la trenza sino también un torsionado del cabello formando mechones gruesos, que impregnaban en cera o grasa para mantenerlos torsionados y en su sitio. Quizás deberíamos considerar a los egipcios como los inventores de las rastas que tan de moda están hoy en día.
Según fue avanzando el tiempo la moda se liberalizó, y se adoptaron pelucas más largas y de aspecto más libre y salvaje, quizas debido a influencias extranjeras. Esta libertad adquirida en la realidad quedaba igualmente idealizada en las representaciones, donde aparecian las ondas perfectamente paralelas, aunque todos sepamos que esto no puede mantenerse así, a menos que estuvieran rígidas por algún producto que hiciera las veces de nuestras lacas. Y definitivamente, las melenitas cuadradas quedaron solo para las clases trabajadoras.
Las pelucas eran habitualmente de pelo oscuro, pero tampoco tenían empacho en teñirlas de colores, y así hemos visto pelucas azules, rubias y blancas. Para conseguir el azul utilizaban el indigo (indigofera tinctoria), y para los tonos rojizos la henna.
Las azules suelen ser las nubias que usaban los soldados y oficiales de élite. El color azul trataria de aproximarse al color del jeperesh o corona de guerra del faraon, y además al color de pelo de los dioses, quienes tenían el pelo de lapislazuli, y frecuentemente se los representaba con el pelo azul.
Y los demás colores formarían parte de la fantasía, como vimos en el caso de la reina Meresanj, si bien en el caso de pelucas blancas podrían estar queriendo indicar de la edad de los personajes representados.
En cuanto a los dioses de figura antropomorfa podemos decir que seguían un poco las modas de los mortales, aunque generalmente tanto dioses como diosas aparecen con peluca tripartita antigua, es decir sin trenzar, de pelo liso y azul, imitando el lapislazuli. No obstante en el caso de dioses niños siempre están representados con el mechon lateral de juventud, como es el caso de Ihy, Nefertum, Jonsu o Harpócrates.
Cuando los infantes de la realeza aparecían con peluca, esta era de tipo nubio corta y con el clásico mechón de juventud.
Fuente: http://www.peluqueriaimaginat.es/
El ser agarrado por el pelo, incluso hoy en día, es sinónimo de ser vencido y quedar a la merced del otro. El faraón agarraba a sus enemigos por el pelo para demostrar que los sometía. En otras culturas antiguas sucedía algo parecido, si una persona se dejaba tocar los cabellos por otra significaba que le entregaba su voluntad y demostraba sumisión. Por ejemplo entre los germanos, el simple hecho de tocarle las barbas a alguien significaba una adopción, y entre los griegos, este mismo gesto significaba sumisión y petición de clemencia. Incluso se llegó a atribuir poderes mágicos al cabello, todos recordamos el episodio bíblico de Sansón y su fuerza en los cabellos. Hasta en el lenguaje coloquial se percibe esta importancia de los cabellos, puesto que todos hemos oido expresiones como “subirse a las barbas” o “tomar el pelo” como falta de respeto, “jugarse el bigote” para decir arriesgar la vida, o antiguos juramentos que decían “por mis barbas” que era tanto como decir “por mi vida”.
Entre las culturas antiguas también encontramos que el cabello tenía una gran importancia en los diferentes momentos de la vida, y con frecuencia había ritos relacionados con él en los cambios de etapa en la vida de las personas, como puedan ser la infancia, pubertad, maternidad, sacerdocio, los ritos funerarios...
Vamos a tratar de desvelar hasta qué punto fue importante todo lo relacionado con cabellos, peinados y pelucas en el Antiguo Egipto. Egipto es un país africano, por lo tanto debemos pensar que sus habitantes tendrían en su mayoría cabello oscuro y rizado como correspondería étnicamente a las razas mediterráneas. No queremos decir los rizos pequeños y apretados de los individuos de raza negra, sino ondulado, o al menos no liso como encontraríamos en las culturas americanas o en las personas pertenecientes a la razas orientales. El pelo de los egipcios se iría haciendo más rizado cuanto más al sur, en la zona de Nubia, donde ya sería el tipo de cabello fuertemente rizado de la raza negra.
Por lo tanto cabe suponer que los habitantes de Egipto tendrían, en su mayoría, cabellos negros, o al menos bastante oscuros. Y también que la calidad de su pelo era buena, ya que el cabello en las razas mediterráneas suele ser abundante y fuerte.
No obstante, una vez más, la climatología de Egipto, con su calor sofocante, condiciona casi todos los aspectos de esta civilización. Y el estilo de peinado no podía ser menos. Los egipcios normalmente llevaban el cabello corto, o incluso rasurado. Si acaso las mujeres podían llevar una melena corta y cuadrada, pero los hombres solían cortar sus cabellos muy cortos, casi al estilo actual. Esto tiene toda la lógica del mundo en lo referente a las clases trabajadoras. El pelo corto o rasurado era una buena manera de hacer frente al calor y a los parásitos. Por este mismo motivo también se depilaban todo el vello corporal.
El cabello y el cuero cabelludo era motivo de constantes atenciones. Unas veces se trataba de combatir las canas, otras veces la calvicie, otras tratar de hacer que el pelo creciera de nuevo, e incluso les preocupaba que las cejas se les volvieran grises. En el Papiro Ebers encontramos recetas para “transformar a un viejo en joven” (esto sería un tinte) así como otra destinada a mujeres y que sirve para “hacer que a una rival se le caiga el pelo”. Esta receta se compondría de hojas de loto quemadas y sumergidas en aceite que habría que aplicar en la cabeza de la mujer odiada.
La receta propuesta por los egipcios para hacer crecer el pelo de alguien calvo sería: grasa de leon, grasa de hipopótamo, grasa de cocodrilo, grasa de gato, grasa de serpiente y grasa de ibis, todas ellas mezcladas y puestas en la cabeza. No sabemos si esto era efectivo, aunque el hecho de que la alopecia siga atormentando a la humanidad, nos hace dudar de su eficacia..
Las referencias al cabello también tienen su importancia en la mitología. La diosa Isis, al enterarse del asesinato de su marido, lo primero que hace es cortarse un mechón de su cabello antes de emprender su búsqueda del cuerpo. Igualmente cuando llega a Biblos, enseña a las damas de aquella corte a trenzar sus cabellos.
En los ritos funerarios también parece que el cabello tenía su papel. Hombres y mujeres aparecían con el pelo en desorden, y las mujeres plañideras se tiraban del pelo entre lamentos, y se tiraban ceniza sobre ellos. Por otra parte, en muchos enterramientos han aparecido pequeñas trenzas o bucles de pelo humano cuidadosamente guardados en cajitas. No sabemos muy bien si esto eran postizos o extensiones y formaban parte del ajuar funerario, como el caso de las pelucas completas, o era simplemente una cuestión piadosa basada en el cariño de alguien por el fallecido o viceversa. La realeza contaba con peluqueros y barberos que cuidaban tanto de su pelo natural como de las pelucas. Tanto mujeres como hombres se ponían a diario en manos de los peluqueros, barberos, manicuristas, etc., al menos esto es lo que nos quieren indicar las representaciones oficiales. Solo en el caso de la familia amárnica tenemos la seguridad absoluta de que llevaban el cráneo rasurado. Hay gran cantidad de representaciones en las que aparecen tanto la pareja real, como sus princesitas luciendo sus alargadas cabezas afeitadas.
Pero en la vida real, las clases trabajadoras se conformaban con ir al barbero/peluquero de vez en cuando para que les rasurase el cráneo. Para ello, hacían cola al aire libre y esperaban su turno echando un sueñecito a la sombra. Así lo vemos en la tumba de Userhat, la nº 56 de Gurnah. Ahora bien, casi podemos decir que se sabía la posición social de un personaje por la longitud de sus cabellos. Cuanto más adinerado era el personaje, más largo el cabello. Un hombre o mujer de cabellos largos no podría estar trabajando en el campo a pleno sol, y si lo hacía, el aspecto de sus cabellos sería de suciedad y desaliño. Así, solo quienes tenían sirvientes para cuidarles y trenzarles el pelo, podían permitirse dejarlo crecer. Aunque, a partir de las representaciones, es muy dificil determinar si el pelo era natural, o se trataba de peluca. Por supuesto en los elaboradisimos peinados que vemos en los banquetes, o en las decoraciones de las tumbas, no nos cabe ninguna duda de que son pelucas. La duda aparece cuando el peinado es “posible”, es decir, no es tan sofisticado, y sería por lo tanto factible que fuera de pelo natural.
Como ya hemos dicho, resulta muy dificil saber si los peinados que aparecen en las imágenes representadas son de pelo natural. Solo en las escenas de vida cotidiana y de trabajadores, podemos estar seguros de que se trata de pelo natural. En las escenas “oficiales” o rituales siempre aparecen representados con pelucas, incluso los sirvientes.
También resulta algo pretencioso llamar peinados a lo que simplemente es un cabello corto, o un cráneo rasurado, ya que es así como aparecen los adultos en estas escenas. Baste para ello ver a los carniceros, o cerveceros, o joyeros. Es decir, los artesanos aparecen frecuentemente rasurados o con cabello muy corto.
En el caso de las mujeres, el hecho de que aparezcan con frecuencia con una melenita corta y cuadrada nos hace pensar que el estilo predominante entre ellas era este, y que efectivamente era su pelo natural, ya que no parece probable que usaran peluca para los extenuantes trabajos que realizaban.
En el caso de los niños, si que tenemos seguridad absoluta de que les afeitaban la cabeza totalmente con el fin de evitar los molestos piojos y liendres. Los niños de la nobleza tambien solían ir rasurados, a excepción de unos cuantos mechones, por lo que vemos en las representaciones. Aunque esto debia ser incómodo, y creemos que era una manera de representarlos para “embellecerlos” de alguna manera, ya que este tipo de arreglo capilar no parece práctico en la vida cotidiana, y menos para niños. Las jovencísimas sirvientas nubias tambien llevaban estos mechones, aunque solían trenzarlos. Los niños de la realeza podían llevar el pelo corto, o llevarlo rasurado, pero manteníendo un mechón en lo alto de la cabeza que dejaban crecer y que trenzaban en un mechón lateral que denominamos mechón de juventud, puesto que al alcanzar la pubertad, lo cortaban. En las representaciones, este mechón aparece azul, como imitando el pelo de los dioses.
Otro tipo de peinado que suponemos de pelo natural era el que utilizaban las bailarinas. Estas muchachas llevaban el pelo largo y lo utilizaban para acompañar los movimientos de sus danzas. Por supuesto no podrían utilizar pelucas para bailar sin que se les cayeran durante sus evoluciones. Hay representaciones en los que estas mujeres aparecen con el pelo suelto, o apenas sujeto por unas cintas.
Hay también representaciones en las que aparecen con el pelo corto, pero con un largo mechon en lo alto de la coronilla, el cual trenzaban con un disco o una bola de terracota que ponían en el extremo de la trenza. Esto suponemos que les servía para dar peso a la trenza y poderla hacer oscilar al ritmo de la música y configurar así algo equivalente a una coreografía.
Los sacerdotes, por su parte, aparecen representados de diferentes formas. Los sacerdotes de menor grado, como por ejemplo los lectores o los wab (puros) iban casi siempre totalmente afeitados. Pero encontramos otros sacerdotes, como puedan ser el sem o el Iunmutef que suelen aparecer con peluca corta y redonda de la que denominamos “nubia”. Particularmente en el caso de los Iunmutef suelen estar representados con peluca corta y trenza lateral, como los niños. Este tipo de peinado era también el de los sacerdotes del clero del dios Ptah en Menfis, y siempre era peluca.
Ya hemos dicho que tenían un estilo de peinado para cada etapa de la vida. El curioso peinado con el que representan a las mujeres que están de parto nos confirma este hecho. Al parecer mientras duraba el trabajo del parto la mujer llevaba un moño despeinado e informal en lo alto de la cabeza, y sólo cuando el niño estaba dispuesto a ver la luz, ella soltaba sus cabellos, como vemos en las representaciones y en el jeroglífico.
Al parecer, recogiendo su pelo conjuraba a los espíritus malignos, y una vez estaban ya conjurados, ella soltaba el pelo como dando permiso al niño para nacer sin peligro. Pero este peinado igualmente era el utilizado para amamantar al bebé. Quizás cumpliera las mismas funciones mágico-religiosas de protección a la madre y al bebé. Pero en mi opinión podría tratarse de una idealización de la tendencia natural que tendría una mujer de recogérse el pelo en lo alto de la cabeza con horquillas, con el fin de paliar el calor y de evitar que cayeran cabellos al bebé que amamanta. Poniéndolo en lenguaje actual, parece lógico que una mujer de pelo largo que va a dar el pecho a un bebé, se lo recoja con una pinza en lo alto de la cabeza para mayor comodidad de ambos. Lo cierto es que siempre que aparece una escena de lactancia, la madre está representada con una especie de moño nada simétrico y bastante informal. Además de estar siempre sentada bajo una pérgola de clemátides, planta que al parecer tenía mucho que ver con la sexualidad y sus consecuencias, en este caso la maternidad. En la iconografia de imágenes de lactancia, casi siempre aparece igualmente un espejo y una sirvienta nubia, con los típicos mechones en su cráneo rasurado.
En cuanto a los extranjeros que visitaban o vivían en el Valle del Nilo, solo los mencionaremos para contrastar las grandes diferencias que presentaban en el estilo de peinado. Los asirios, asiáticos, los pueblos del mar y los nubios siempre aparecían representados con sus estilos autóctonos de peinado. Y al parecer ninguno de esos pueblos tenía por costumbre el uso de pelucas.
Desde épocas muy antiguas aparece el uso de la peluca en Egipto. Para ilustrar esta afirmación debemos remontarnos a las figurillas votivas de fertilidad que ya aparecían con una enorme cabellera de terracota en la que había practicados unos agujeros que servían para insertar ramitas y fibras vegetales a modo de cabellera vegetal.
También en épocas posteriores se siguieron fabricando unas figurillas votivas de fertilidad en forma de pala de madera, cuyas espesísimas pelucas estaban hechas de cuerdas.
Ya hemos dicho que los egipcios se rasuraban por higiene, pero para mantener la estética hacían uso de pelucas en sustitución del propio cabello. Tanto el faraón, como los dioses, o los personajes de la realeza lucían diferentes pelucas dependiendo del rito representado, por tanto debemos pensar que existía cierta simbología en el estilo de la peluca, puesto que los egipcios hacían pocas cosas por que sí, sino que cada cosa obedecía a algo.
Vamos a centrarnos primero en las técnicas de fabricación. Las pelucas egipcias estaban hechas mayoritariamente de cabello humano. No parecen ciertas las afirmaciones de que fabricaban pelucas “baratas” con fibras de palma, o con lana, al menos para la parte “visible” de la peluca. Si que pudieron haber servido de relleno o de base. Lucas y Harris afirman en su libro sobre materiales en el Antiguo Egipto haber analizado microscópicamente 14 de las 15 pelucas que hay en el Museo Egipcio de El Cairo, y el resultado fue común: todas ellas estaban fabricadas con pelo humano castaño o castaño oscuro, se habían teñido de negro y habían sido impregnadas con cera de abejas. Por el contrario, ningún ejemplar de peluca de fibras de palma o de lana ha llegado a nuestros días. Parece, pues, lógico poner en duda su existencia.
Las pelucas, como tantas cosas, fueron idealizadas por los artistas en su afán de simetría, ya que los pocos ejemplares que han llegado a nuestros días no son tan nítidas ni elegantes como aparecen en las representaciones. Además de estar muy manchadas por la grasa de los conos.
La confección de una peluca seguía un esquema simple: El pelo natural, en mechones sueltos, retorcido o en trencitas se entrelazaba muy tirante entre las aberturas de un soporte almohadillado que podía ser de fibras vegetales. Para darle consistencia y fijar el cabello al soporte sumergian (solo el soporte y la raiz de la peluca en un líquido compuesto por resina y cera de abejas. La resina endurecida haría las veces de adhesivo y mantendría los mechones en su lugar. La cera le daría cierta flexibilidad y no se derretiría hasta los 60º por lo tanto la peluca quedaría en su sitio incluso en los días de mas calor. Entonces, ya con la base fijada se podría proceder al peinado de la peluca. Se calcula que una peluca constaba aproximadamente de unos 120.000 cabellos como mínimo.
La famosa peluca rubia rizada del Museo Británico está hecha sobre un entramado de trencitas (unas trescientas, de 400 cabellos cada una) que deja aberturas romboidales por las que se pasan los mechones rizados de la coronilla, que forman una cascada de bucles en lo alto de la cabeza. Las damas acaudaladas tenían sirvientas que cuidaban sus pelucas, y las repeinaban, mientras que en la clase baja, se arreglaban unas a otras, ya que no se puede trenzar el cabello de la nuca una misma. Las pelucas eran fabricadas por los barberos o por mujeres.
Reino Antiguo y Medio
Las pelucas femeninas que aparecen más frecuentemente en las representaciones del Reino Antiguo son las cortas cuadradas y las largas tripartitas. Las primeras son las típicas pelucas de melena corta cuadrada como la que luce la princesa Nofret en la estatua en la que está con su marido. Estas pelucas tenían raya en medio y el cabello muy abundante caía a los lados hasta el mentón más o menos sin llegar a los hombros. Cubría las orejas, aunque al parecer iban superpuestas, y no les importaba nada que el propio cabello apareciera por la frente. Normalmente llevaban una diadema o cinta rodeando la frente.
Los hombres en el Reino Antiguo solían llevar su pelo natural muy corto o afeitado, aunque podían utilizar alguna peluca corta para actos específicos. En las representaciones parietales casi todos los obreros o campesinos aparecen rasurados.
Y no debemos dejar de mencionar a la más exótica de las reinas del REINO ANTIGUO. Nos estamos refiriendo a Meresanj III, la cual no sabemos si utilizaba peluca de pelo muy corto, o realmente instauró la moda de cortarse el pelo natural a lo chico en el Reino Antiguo. Pero lo que llama poderosamente la atención es el color rubio del pelo (o peluca) en aquella época de costumbres tan sobrias.
Reino Medio
Durante el Reino Medio las pelucas cortas cuadradas quedaron para las clases trabajadoras, mientras que las de pelo muy corto, casi como un casco, y las de pelo largo llamadas tripartitas fueron las más comunes.
Las pelucas tripartitas consistían en una melena dividida en tres partes, dos mechones a los lados que caían sobre el pecho, y otro mechón mas grueso que caería por la espalda. Suponemos que esta disposición del pelo era una idealización más, ya que al menor movimiento las tres particiones se mezclarían y quedaría el pelo desordenado. Aunque también podían estar los cabellos impregnados de algo que les diera consistencia y les impidiera moverse de su sitio. Normalmente estas pelucas no eran de trenzas sino de mechones gruesos y lisos, dejaban ver las orejas y tambien estaban peinadas con raya en medio.
Reino Nuevo - Pelucas complejas
Como casi todo en el AE, las pelucas llegaron a su momento de mayor sofisticación en el Imperio Nuevo, con intrincados trenzados, y diferentes capas de pelo. Cada mechón acababa en un tirabuzón, o llevaba algún adorno.
Pero no solo se utilizaba la técnica de la trenza sino también un torsionado del cabello formando mechones gruesos, que impregnaban en cera o grasa para mantenerlos torsionados y en su sitio. Quizás deberíamos considerar a los egipcios como los inventores de las rastas que tan de moda están hoy en día.
Parte trasera de representacion de peluca en mechones gruesos o rastas. Estas pelucas complejas podían ser de pelo muy largo y abundante, pero también más cortas, solo hasta tocar los hombros, con aspecto más bien redondo y diferentes capas de pelo cortado y dispuesto en diagonal, logrando efectos sorprendentes.
Otro tipo de peluca muy utilizada por los hombres fueron las llamadas nubias. Estas pelucas eran cortas, redondas, pegadas a la cabeza casi como un casco. Este tipo de peluca, aunque preferida por los hombres, también fue muy utilizada por algunas mujeres con cargos de importancia o de carácter autoritario, como pudieron ser Hatshepsut, Tiyi o Karomama.
Por supuesto siguieron utilizándose las pelucas largas tripartitas, aunque ahora aparecían con trenzados y adornos en los extremos de los mechones o trenzas, y se pusieron de moda las llamadas pelucas Hathoricas, o de caracol. Esto consitía en arrollar el cabello de la peluca a un disco de material rígido formando dos caracoles sobre el pecho, casi con el aspecto de que llevaban los rulos puestos. Esto imitaba la iconografía tradicional de la diosa Hathor y fue muy popular entre las reinas de la Din XVIII. Aunque, una vez más ponemos en duda que estos discos se sujetaran a menos que estuvieran pegados o entrelazados con el pelo.Según fue avanzando el tiempo la moda se liberalizó, y se adoptaron pelucas más largas y de aspecto más libre y salvaje, quizas debido a influencias extranjeras. Esta libertad adquirida en la realidad quedaba igualmente idealizada en las representaciones, donde aparecian las ondas perfectamente paralelas, aunque todos sepamos que esto no puede mantenerse así, a menos que estuvieran rígidas por algún producto que hiciera las veces de nuestras lacas. Y definitivamente, las melenitas cuadradas quedaron solo para las clases trabajadoras.
Las pelucas eran habitualmente de pelo oscuro, pero tampoco tenían empacho en teñirlas de colores, y así hemos visto pelucas azules, rubias y blancas. Para conseguir el azul utilizaban el indigo (indigofera tinctoria), y para los tonos rojizos la henna.
Las azules suelen ser las nubias que usaban los soldados y oficiales de élite. El color azul trataria de aproximarse al color del jeperesh o corona de guerra del faraon, y además al color de pelo de los dioses, quienes tenían el pelo de lapislazuli, y frecuentemente se los representaba con el pelo azul.
Y los demás colores formarían parte de la fantasía, como vimos en el caso de la reina Meresanj, si bien en el caso de pelucas blancas podrían estar queriendo indicar de la edad de los personajes representados.
En cuanto a los dioses de figura antropomorfa podemos decir que seguían un poco las modas de los mortales, aunque generalmente tanto dioses como diosas aparecen con peluca tripartita antigua, es decir sin trenzar, de pelo liso y azul, imitando el lapislazuli. No obstante en el caso de dioses niños siempre están representados con el mechon lateral de juventud, como es el caso de Ihy, Nefertum, Jonsu o Harpócrates.
Cuando los infantes de la realeza aparecían con peluca, esta era de tipo nubio corta y con el clásico mechón de juventud.
Fuente: http://www.peluqueriaimaginat.es/
sábado, 26 de junio de 2010
Breve Historia del Peinado
En el siguiente enlace encontrarán una breve historia del peinado, desde sus orígenes hasta nuestros días, que fue realizada por el programa de televisión "La Aventura del Saber" transmitido por RTVE en el año 2008.
http://www.rtve.es/mediateca/videos/20081105/historia-del-peinado-aventura-del-saber/331993.shtml
http://www.rtve.es/mediateca/videos/20081105/historia-del-peinado-aventura-del-saber/331993.shtml
El Maquillaje en Egipto
Seguro que los grandes maquilladores de hoy en día han echado un vistazo a la historia del maquillaje para buscar métodos y trucos que aplicar en la actualidad. Por ejemplo, es curioso cómo en Egipto obtenían los colores de sus cosméticos mezclando tierras, cenizas y tintas.
Era muy típico que los egipcios realzasen sus ojos con colores fuertes y vivos. Y fueron ellos los primeros en pintar sus labios, con ocre rojo y óxido de hierro natural, extendiendo el mejunge con un cepillo o palito por sus labios.
No hace mucho que se descubrieron restos de maquillaje en las tumbas de los faraones, y curiosamente esos productos cosméticos tienen un gran parecido con los que se usan en la actualidad.
Elaboraban sus propias cremas a base de aceites y plantas y depilaban el vello superfluo.
Imágenes: Liz Taylor caracterizada como Cleopatra y busto de la Reina Nefertiti.
Fuente: www.promaquillaje.com
Era muy típico que los egipcios realzasen sus ojos con colores fuertes y vivos. Y fueron ellos los primeros en pintar sus labios, con ocre rojo y óxido de hierro natural, extendiendo el mejunge con un cepillo o palito por sus labios.
No hace mucho que se descubrieron restos de maquillaje en las tumbas de los faraones, y curiosamente esos productos cosméticos tienen un gran parecido con los que se usan en la actualidad.
En esta civilización utilizaban el antimonio rojo para colorear los labios, mediante la pulverización de piedras y minerales sacaban los tonos turquesa que aplicaban en párpados junto con el khöl que usaban para delinear los ojos en forma de cola de pez y remarcar las cejas. Usaban pinzas de depilar para dar forma a las cejas.
Se tenia muy en cuenta el uso de adornos corporales, tanto en hombres como en mujeres. El aseo corporal era un ritual de varias horas que consistía en baños, masajes y rasurado de cabeza por motivos de higiene, religiosos y climáticos.Elaboraban sus propias cremas a base de aceites y plantas y depilaban el vello superfluo.
Imágenes: Liz Taylor caracterizada como Cleopatra y busto de la Reina Nefertiti.
Fuente: www.promaquillaje.com
jueves, 24 de junio de 2010
El Calzado desde la Prehistoria hasta Grecia
Desde Afganistán a Namibia, pasando por la isla de Java, Bolivia o Canadá se han hallado infinidad de piezas que permiten imaginar cómo fue evolucionando el zapato desde los primeros tiempos de la humanidad.
Pinturas rupestres y utensilios de piedra hallados en cuevas España y Francia que corresponden al periodo paleolítico, evidencian que el hombre de esa época ya utilizaba calzado y practicaba el arte de curtir el cuero.
En Oregon , Estados Unidos, se encontraron sandalias hechas de corteza vegetal correspondientes al período comprendido entre 9.000 a 7.000 a.C. y en Missouri hallaron 16 pares de sandalias y mocasines de fibra trenzada. En Israel, cerca de Jericó, en la llamada "Caverna del guerrero", se descubrió la tumba de un hombre que vivió 4 mil años aC y, con él, sandalias de cuero.
También en las cámaras subterráneas que los egipcios utilizaban para entierros múltiples, de 6 a 7 mil años de antigüedad, se descubrieron imágenes representando distintas etapas de la preparación del cuero y el calzado.
De acuerdo a la temperatura y a los riesgos de su entorno, el hombre prehistórico ideó un método para preservar sus pies de frío, calor, piedras, espinas, mordeduras de animales etc. Así es como nace la primera versión de la sandalia de paja trenzada en civilizaciones de clima calido y se crean las abrigadas botas de piel animal en continentes de bajas temperaturas.
En un principio, el calzado era muy sencillo, apenas una suela atada al pie o al tobillo. Las sandalias fueron el primer calzado producido manualmente por el hombre y todas las civilizaciones han dado su propia versión, egipcios, asirios, persas, fenicios usaban sandalias con suelas de hoja vegetal sostenidas por tiras. Las antiguas ojotas vieron la luz en Oriente y también las usaron los pueblos precolombinos en América. Era común caminar descalzo y llevar las sandalias colgadas utilizándolas sólo cuando fuera necesario.
En lo que se refiere al calzado cerrado, se han hallado mocasines de 3600 años en Babilonia. Las botas, en cambio, -cuyo nombre proviene del francés "botte", y éste del gótico "bauths", que significa romo o rudo- inicialmente, designaba a un tipo de calzado amplio, forrado de piel para proteger los pies del frío, pero con el tiempo se extendió su uso a personas de alto nivel social, para denotar su importancia. Las primeras botas de la historia fueron usadas por los soldados sirios, y eran una especie de botas altas semejantes a las polainas. Las piezas más antiguas que se conocen proceden de Mesopotamia en el Oriente Medio, y según se cree en esa época eran usadas tanto por hombres como por mujeres, ya registraban multiplicidad de adornos, demostrando que la bota siempre tuvo fines utilitarios y suntuarios en ambos sexos y un lugar preponderante dentro de las diferentes celebraciones de los rituales religiosos.
En Mesopotamia, eran comunes los zapatos de cuero crudo, sujetos por tiras del mismo material. Los coturnos, caracterizados por una suela de mayor espesor que les daba altura, eran símbolos de alta posición social.
Egipcios
El material arqueológico de Egipto, correspondiente al período que se extendiera entre el año 3.500 y el 31 a.C. se halló muy bien conservado debido al clima muy seco. Se conservaron en buen estado no sólo estatuas, bajorrelieves, sino murales, papiros, pergaminos, textiles, cueros, pieles y maderas que en otras partes del mundo se destruyeron. Algunas pequeñas estatuas de arcilla, remontándose al período predinástico (3.500 a.C.) representan hombres vistiendo solamente cubregenitales y sandalias. Las sandalias egipcias llevaban suela de madera, cuero, papiro, junco u hojas de palmera trenzada, a veces tapizadas de tela.
Los sacerdotes debían usar exclusivamente sandalias hechas con fibras de papiro.
Los faraones usaban suntuosas sandalias con la punta elevada hacia el empeine, en la suela llevaban la representación artística de los enemigos vencidos, cuyo contenido simbólico, apoyado en la magia, era aplastarlos una vez más, a cada paso.
En el British Museum de Londres, pueden verse sandalias de niño cosidas con fibras de papiro, encontradas en Tebas que corresponden al período del nuevo reino (ca 1.550 - 1.069 a.C.)
En el Museo Real de Arte e Historia de Bruselas se expone una suela de sandalia de la época ptolemaica (332- 30 a.C.), está realizada con hojas de palmera y junco trenzados, cosidos a los bordes con un cordón vegetal. Las correas, que se fijaban mediante un nudo formado bajo la suela, no se han conservado.
Todo el calzado egipcio era chato, excepto el de los carniceros, que deseaban elevar sus pies del piso donde corría la sangre de los animales faenados.
Papiros antiguos sobre medicina (Universidad de Leipzig, Universidad de California) demuestran que los egipcios padecían dolencias que afectaban sus pies y que practicaban tratamientos para curarlas.
Sumerios
Esta civilización se desarrolló entre el año 3.500 a.C. y el 2.000 a.C. en la región sur de la Mesopotamia. Sus ciudades más importantes fueron Ur, Eridu, Lagash, Uruk, Kish e Nippur. Eran agricultores, pastores, comerciantes y artesanos que, entre otras actividades, desarrollaron el tratamiento del cuero. Curtían las pieles con grasa, alumbre y teñían con tanino, coloreando en negro, blanco y rojo. Fabricaban sandalias, aunque también hay evidencia arqueológica de que no siempre usaban calzado.
Hititas
Vivieron aproximadamente entre el 2.000 a.C. 1.100 a.C. Habitantes de Anatolia, una región montañosa, se dedicaban al pastoreo. Conocían cómo procesar el cuero y fabricaron un zapato fuerte, necesario en una región escarpada como la que habitaban. Una traducción de un texto hitita se refiere a Telipinu, dios de la agricultura, y a su enojo al calzar inadvertidamente “su pie derecho en la bota izquierda y su pie izquierdo en la bota derecha”.
Asirios
Los asirios (2.000 a.C. - 612 a.C.) aprendieron de los sumerios y babilonios conocimientos técnicos sobre el curtido de pieles y el tratamiento del cuero y lo perfeccionaron.
Unos 1.100 años a.C. los asirios usaron unas botas de cuero hasta media pantorrilla, sujetas con cordones y con suela provista de un refuerzo metálico. Se sabe que asirios e hititas, unos y otros expertos zapateros, disponían de botas militares con los pies izquierdo y derecho diferenciados. La bota de la infantería asiria tardó mucho en ser adoptada por los soldados griegos y romanos. De pelear descalzos, éstos progresaron hasta adoptar las sandalias con suelas claveteadas, y tanto griegos como romanos sólo se equipaban con botas gruesas para largas travesías a pie. En tiempo frío, estas botas solían estar forradas con pelo y adornadas en su parte superior con la cola o zarpa colgante de algún animal.
Babilonios
(2.000 a.C. - 539 a.C.) Babilonia era un antiguo estado localizado en Mesopotamia, actualmente Irak y se originó a partir de los territorios de Acad y Sumeria. Los babilonios heredaron de los sumerios muchos conocimientos. Como aquéllos, empleaban sobre todo las sandalias, pero en algunas tablas cuneiformes citan también zapatos bordados y adornados con aplicaciones metálicas.
Persas
Durante el siglo VI a.C., el pueblo persa se ubicó en la meseta del Irán, se caracterizó por la ferocidad en el combate de su población guerrera por excelencia. Las fuentes para el estudio del traje persa son las ruinas de la antigua ciudad de Persépolis, donde está ubicado el palacio de Ciro El Grande. El calzado que usaban se denominaba kroumir. Era un botín flexible y de forma anatómica, corto a nivel del tobillo donde se ataba con correas, confeccionado en suave cuero, con lengüeta que cubre el empeine, fijo mediante broches bordados en forma de media luna.
Hebreos
(2.000 a.C. - 44 d.C.) El hábitat original de los hebreos, pueblos semitas de pastores nómades, fue la península arábiga. Sin embargo, en tiempos antiguos migraron la Baja Mesopotamia, a las proximidades de la ciudad de Ur. El término hebreo (“habiru”) significa “gente del otro lado”, es decir, los que venían del otro lado del rió Eufrates. Hacia el siglo XVIII AC, cuando dominaba la primera Dinastía de Babilonia, este pueblo se trasladó desde Ur hasta Palestina, que antiguamente se llamaba Canaán. Es probable que el desplazamiento se haya debido a fenómenos naturales que redujeron la posibilidad de obtener alimentos, combinado con la presión ejercida por los pueblos mesopotámicos. Su pueblo estaba constituido de un grupo de 12 tribus que hacia el 2.000 a.C. se asentaron en Palestina, donde fundaron ciudad propia y continuaron dedicándose a la cría de ovejas y viajando. Curtían cuero y calzaban predominantemente sandalias. Las femeninas estaban tachonadas con metal cuyo diseño formaba el nombre de la persona amada en la suela, de modo que, a cada paso, se permanecía impreso en el suelo.
Fenicios
Vivieron entre el año 2.000 a.C. y el 64 a.C. Era un pueblo originario del Golfo Pérsico que emigró a las costas del Mediterráneo oriental. Fundaron varias ciudades, las entre las cuales las más importantes fueron Tiro y Sidon y una colonia sobre el mar: Cartago. No se conocen sus procesos de curtido. Usaban principalmente sandalias.
Los Escitas
Los escitas constituyeron un pueblo seminómade que habitó en el norte del Mar Negro –actualmente Ucrania y más al este entre el Mar Caspio y Aral. Se conocen sus antecedentes desde el año 2000 a.C., pero su primera mención en la historia es una alianza con los asirios en el siglo VII a.C. Practicaban la cría de caballos. Los hombres se ocupaban de la caza y la guerra, mientras que las mujeres se ocupaban de los animales, la generación de alimentos, construcción de las casas, el curtido de pieles, con los que hacían ropas y zapatos. Algunos restos de pieles y cuero, botas de cuero flexible para montar sobre todo de color rojo, se han encontrado congelados en Kazakistan.
Turcos
Vivieron entre el año 1220 y el 1600. Se establecieron en los alrededores de Ankara. En la ciudad de Estambul se concentraron los curtidores de pieles. Los fabricantes de zapatos estaban organizados en una sociedad que controlaba la producción para garantizar la mayor calidad al cliente. Los habitantes de Estambul, en la época del sultán Solimano El Espléndido (1520 - 1566) calzaban babuchas con la punta arqueada hacia arriba que tenían la ventaja, por carecer de talón, de calzar sin necesidad de inclinarse. Estaban cosidas muy cuidadosamente, eran muy resistentes y de cuero fino y flexible. Las babuchas destinadas a los musulmanes eran de color amarillo, mientras que cristianos, judíos u otros podían tenerlos en rojo, violeta o negro. Las mujeres clase alta usaban para entrecasa las babuchas o pantuflas de cuero bordado o también zuecos altos de madera, llamados “kapkap” y, para las salidas, una especie de botas.
Etruscos
Constituyeron un enigmático pueblo que desde la Toscana se extendió por el sur hacia el Lacio y parte septentrional de la Campania, en donde chocaron con las colonias griegas; hacia el norte de la península itálica ocuparon la zona que rodea el valle del río Po, en la actual región de Lombardía. Llegaron a ser una gran potencia naval en el Mediterráneo Occidental. En cierto modo predecesora de Roma y heredera del mundo helénico, su cultura -fueron destacadísimos orfebres, así como innovadores constructores navales- y excelentes técnicas militares hicieron de este pueblo el dueño del norte y centro de la Península Itálica desde el siglo VII a.C. hasta la llegada de Roma. Los primeros reyes de Roma fueron etruscos. Los datos con que contamos acerca de su calzado provienen de pinturas y esculturas.
Grecia
Las pieles se curtían con alumbre y eran muy costosas, con grasa de cerdo o con aceite les daban flexibilidad.
Usaban extractos derivados de vegetales -coníferas, raíces y frutas de acacia y corteza de roble- para, mediante el tanino, teñir.
Muy a menudo los zapateros mismos curtían el cuero, pero también existían curtiembres y el oficio del curtidor, debido a los olores desagradables que emanaban de las instalaciones, no gozaba de prestigio.
En Grecia el calzado más común entre los hombres era unas abarcas de piel de buey ajustado al tobillo mediante cuerdas entrelazadas, en los estratos sociales más elevados se usaban sandalias más o menos lujosas y luego, el borceguí y la bota.
Las mujeres usaban una especie de zapatilla que cubría solo los dedos y la parte anterior del pie, las sandalias griegas correspondían a la solea romana, que usaban los hombres y mujeres en sus hogares como los calceus, que cubrían todo el pie.
Los griegos usaron la sandalia de cuero y la bota masculina hasta la pantorrilla con aplicaciones de metal, usando modelos diferentes para el pie izquierdo y derecho.
A partir del año 600 a.C., las mujeres griegas de la clase alta adoptaron un calzado de cuero similar, ajustado al pie, y los colores de moda eran el blanco y el rojo.
En los tiempos más antiguos, aún los militares, iban descalzos y sólo en períodos posteriores comenzaron a emplear zapatos, aunque permanecieron descalzos entre las paredes domésticas.
Los primeros zapatos que usaron fueron el constituyen de una suela de cuero, de madera o de fibra vegetal asegurada al pie por medio de correas.
El Krepidoi , llevado por ambos sexos para viajar con mal tiempo y para hacer largos tramos en condiciones difíciles, los femeninos eran más flexibles, podían colorearse, y tener plataforma de corcho para ganar algún centímetro en estatura.
La Krepis, disponible únicamente para los hombres libres, con la lengüeta tallada.
El Embádes era una bota empleada por hombres y mujeres y el tomaia era completamente cerrado.
Los zapatos femeninos podían decorarse de aplicaciones en metal y colorear incluso con lo púrpura.
El Ninfides era un zapato blanco decorado.
Había también un zapato para soldados, más pesado para recorrer terrenos accidentados: Koila upodémata con clavos en la suela.
El Kothornoi teatrali o conturno, de origen oriental , tenía una gruesa suela de cuero y fue creado por los griegos para representar en teatro la tragedia y darle altura al actor, diferenciándolo del coro y dando proporción a su figura en relación al tamaño bastante considerable de las máscaras. Los protagonistas cómicos, en cambio, usaban el Embádes.
Los jinetes empleaban botas con la espuela. Jenofonte nos informa de que los zapateros cosían las distintas partes del calzado con tendones animales y que seguían un procedimiento estandarizado en el montaje de los zapatos.
Los Karbatinai eran zapatos sencillos, hechos con una pieza única con orificios en la parte del borde por donde pasaban correas que al ajustarse ceñían el pie. Estos zapatos eran tan simples que podrían ser realizados fácilmente.
Fuente: www.revistadeartes.com.ar
Pinturas rupestres y utensilios de piedra hallados en cuevas España y Francia que corresponden al periodo paleolítico, evidencian que el hombre de esa época ya utilizaba calzado y practicaba el arte de curtir el cuero.
En Oregon , Estados Unidos, se encontraron sandalias hechas de corteza vegetal correspondientes al período comprendido entre 9.000 a 7.000 a.C. y en Missouri hallaron 16 pares de sandalias y mocasines de fibra trenzada. En Israel, cerca de Jericó, en la llamada "Caverna del guerrero", se descubrió la tumba de un hombre que vivió 4 mil años aC y, con él, sandalias de cuero.
También en las cámaras subterráneas que los egipcios utilizaban para entierros múltiples, de 6 a 7 mil años de antigüedad, se descubrieron imágenes representando distintas etapas de la preparación del cuero y el calzado.
De acuerdo a la temperatura y a los riesgos de su entorno, el hombre prehistórico ideó un método para preservar sus pies de frío, calor, piedras, espinas, mordeduras de animales etc. Así es como nace la primera versión de la sandalia de paja trenzada en civilizaciones de clima calido y se crean las abrigadas botas de piel animal en continentes de bajas temperaturas.
En un principio, el calzado era muy sencillo, apenas una suela atada al pie o al tobillo. Las sandalias fueron el primer calzado producido manualmente por el hombre y todas las civilizaciones han dado su propia versión, egipcios, asirios, persas, fenicios usaban sandalias con suelas de hoja vegetal sostenidas por tiras. Las antiguas ojotas vieron la luz en Oriente y también las usaron los pueblos precolombinos en América. Era común caminar descalzo y llevar las sandalias colgadas utilizándolas sólo cuando fuera necesario.
En lo que se refiere al calzado cerrado, se han hallado mocasines de 3600 años en Babilonia. Las botas, en cambio, -cuyo nombre proviene del francés "botte", y éste del gótico "bauths", que significa romo o rudo- inicialmente, designaba a un tipo de calzado amplio, forrado de piel para proteger los pies del frío, pero con el tiempo se extendió su uso a personas de alto nivel social, para denotar su importancia. Las primeras botas de la historia fueron usadas por los soldados sirios, y eran una especie de botas altas semejantes a las polainas. Las piezas más antiguas que se conocen proceden de Mesopotamia en el Oriente Medio, y según se cree en esa época eran usadas tanto por hombres como por mujeres, ya registraban multiplicidad de adornos, demostrando que la bota siempre tuvo fines utilitarios y suntuarios en ambos sexos y un lugar preponderante dentro de las diferentes celebraciones de los rituales religiosos.
En Mesopotamia, eran comunes los zapatos de cuero crudo, sujetos por tiras del mismo material. Los coturnos, caracterizados por una suela de mayor espesor que les daba altura, eran símbolos de alta posición social.
Egipcios
El material arqueológico de Egipto, correspondiente al período que se extendiera entre el año 3.500 y el 31 a.C. se halló muy bien conservado debido al clima muy seco. Se conservaron en buen estado no sólo estatuas, bajorrelieves, sino murales, papiros, pergaminos, textiles, cueros, pieles y maderas que en otras partes del mundo se destruyeron. Algunas pequeñas estatuas de arcilla, remontándose al período predinástico (3.500 a.C.) representan hombres vistiendo solamente cubregenitales y sandalias. Las sandalias egipcias llevaban suela de madera, cuero, papiro, junco u hojas de palmera trenzada, a veces tapizadas de tela.
Los sacerdotes debían usar exclusivamente sandalias hechas con fibras de papiro.
Los faraones usaban suntuosas sandalias con la punta elevada hacia el empeine, en la suela llevaban la representación artística de los enemigos vencidos, cuyo contenido simbólico, apoyado en la magia, era aplastarlos una vez más, a cada paso.
En el British Museum de Londres, pueden verse sandalias de niño cosidas con fibras de papiro, encontradas en Tebas que corresponden al período del nuevo reino (ca 1.550 - 1.069 a.C.)
En el Museo Real de Arte e Historia de Bruselas se expone una suela de sandalia de la época ptolemaica (332- 30 a.C.), está realizada con hojas de palmera y junco trenzados, cosidos a los bordes con un cordón vegetal. Las correas, que se fijaban mediante un nudo formado bajo la suela, no se han conservado.
Todo el calzado egipcio era chato, excepto el de los carniceros, que deseaban elevar sus pies del piso donde corría la sangre de los animales faenados.
Papiros antiguos sobre medicina (Universidad de Leipzig, Universidad de California) demuestran que los egipcios padecían dolencias que afectaban sus pies y que practicaban tratamientos para curarlas.
Sandalias con punta realzada. Fibra de palma. Museo de Berlín
Sandalias de forma inusual. Plata. Museo de Berlín
Tutankamon- sandalia de junco y papiro- Museo del Cairo.
Sandalia con laminado de oro, cincelada con motivo de asiático y africano vencidos.
Equipo funerario de Tutankamon ca. -1323. Restauradas.
Sandalias funerarias oro Dinastía XVIII
Zapatos de cuero para mujer – Siglo V - Victoria and Albert Museum
Tebas – Calzado funerario
Sumerios
Esta civilización se desarrolló entre el año 3.500 a.C. y el 2.000 a.C. en la región sur de la Mesopotamia. Sus ciudades más importantes fueron Ur, Eridu, Lagash, Uruk, Kish e Nippur. Eran agricultores, pastores, comerciantes y artesanos que, entre otras actividades, desarrollaron el tratamiento del cuero. Curtían las pieles con grasa, alumbre y teñían con tanino, coloreando en negro, blanco y rojo. Fabricaban sandalias, aunque también hay evidencia arqueológica de que no siempre usaban calzado.
Hititas
Vivieron aproximadamente entre el 2.000 a.C. 1.100 a.C. Habitantes de Anatolia, una región montañosa, se dedicaban al pastoreo. Conocían cómo procesar el cuero y fabricaron un zapato fuerte, necesario en una región escarpada como la que habitaban. Una traducción de un texto hitita se refiere a Telipinu, dios de la agricultura, y a su enojo al calzar inadvertidamente “su pie derecho en la bota izquierda y su pie izquierdo en la bota derecha”.
Los asirios (2.000 a.C. - 612 a.C.) aprendieron de los sumerios y babilonios conocimientos técnicos sobre el curtido de pieles y el tratamiento del cuero y lo perfeccionaron.
Babilonios
(2.000 a.C. - 539 a.C.) Babilonia era un antiguo estado localizado en Mesopotamia, actualmente Irak y se originó a partir de los territorios de Acad y Sumeria. Los babilonios heredaron de los sumerios muchos conocimientos. Como aquéllos, empleaban sobre todo las sandalias, pero en algunas tablas cuneiformes citan también zapatos bordados y adornados con aplicaciones metálicas.
Persas
Durante el siglo VI a.C., el pueblo persa se ubicó en la meseta del Irán, se caracterizó por la ferocidad en el combate de su población guerrera por excelencia. Las fuentes para el estudio del traje persa son las ruinas de la antigua ciudad de Persépolis, donde está ubicado el palacio de Ciro El Grande. El calzado que usaban se denominaba kroumir. Era un botín flexible y de forma anatómica, corto a nivel del tobillo donde se ataba con correas, confeccionado en suave cuero, con lengüeta que cubre el empeine, fijo mediante broches bordados en forma de media luna.
Hebreos
(2.000 a.C. - 44 d.C.) El hábitat original de los hebreos, pueblos semitas de pastores nómades, fue la península arábiga. Sin embargo, en tiempos antiguos migraron la Baja Mesopotamia, a las proximidades de la ciudad de Ur. El término hebreo (“habiru”) significa “gente del otro lado”, es decir, los que venían del otro lado del rió Eufrates. Hacia el siglo XVIII AC, cuando dominaba la primera Dinastía de Babilonia, este pueblo se trasladó desde Ur hasta Palestina, que antiguamente se llamaba Canaán. Es probable que el desplazamiento se haya debido a fenómenos naturales que redujeron la posibilidad de obtener alimentos, combinado con la presión ejercida por los pueblos mesopotámicos. Su pueblo estaba constituido de un grupo de 12 tribus que hacia el 2.000 a.C. se asentaron en Palestina, donde fundaron ciudad propia y continuaron dedicándose a la cría de ovejas y viajando. Curtían cuero y calzaban predominantemente sandalias. Las femeninas estaban tachonadas con metal cuyo diseño formaba el nombre de la persona amada en la suela, de modo que, a cada paso, se permanecía impreso en el suelo.
Vivieron entre el año 2.000 a.C. y el 64 a.C. Era un pueblo originario del Golfo Pérsico que emigró a las costas del Mediterráneo oriental. Fundaron varias ciudades, las entre las cuales las más importantes fueron Tiro y Sidon y una colonia sobre el mar: Cartago. No se conocen sus procesos de curtido. Usaban principalmente sandalias.
Los Escitas
Los escitas constituyeron un pueblo seminómade que habitó en el norte del Mar Negro –actualmente Ucrania y más al este entre el Mar Caspio y Aral. Se conocen sus antecedentes desde el año 2000 a.C., pero su primera mención en la historia es una alianza con los asirios en el siglo VII a.C. Practicaban la cría de caballos. Los hombres se ocupaban de la caza y la guerra, mientras que las mujeres se ocupaban de los animales, la generación de alimentos, construcción de las casas, el curtido de pieles, con los que hacían ropas y zapatos. Algunos restos de pieles y cuero, botas de cuero flexible para montar sobre todo de color rojo, se han encontrado congelados en Kazakistan.
Turcos
Vivieron entre el año 1220 y el 1600. Se establecieron en los alrededores de Ankara. En la ciudad de Estambul se concentraron los curtidores de pieles. Los fabricantes de zapatos estaban organizados en una sociedad que controlaba la producción para garantizar la mayor calidad al cliente. Los habitantes de Estambul, en la época del sultán Solimano El Espléndido (1520 - 1566) calzaban babuchas con la punta arqueada hacia arriba que tenían la ventaja, por carecer de talón, de calzar sin necesidad de inclinarse. Estaban cosidas muy cuidadosamente, eran muy resistentes y de cuero fino y flexible. Las babuchas destinadas a los musulmanes eran de color amarillo, mientras que cristianos, judíos u otros podían tenerlos en rojo, violeta o negro. Las mujeres clase alta usaban para entrecasa las babuchas o pantuflas de cuero bordado o también zuecos altos de madera, llamados “kapkap” y, para las salidas, una especie de botas.
Etruscos
Constituyeron un enigmático pueblo que desde la Toscana se extendió por el sur hacia el Lacio y parte septentrional de la Campania, en donde chocaron con las colonias griegas; hacia el norte de la península itálica ocuparon la zona que rodea el valle del río Po, en la actual región de Lombardía. Llegaron a ser una gran potencia naval en el Mediterráneo Occidental. En cierto modo predecesora de Roma y heredera del mundo helénico, su cultura -fueron destacadísimos orfebres, así como innovadores constructores navales- y excelentes técnicas militares hicieron de este pueblo el dueño del norte y centro de la Península Itálica desde el siglo VII a.C. hasta la llegada de Roma. Los primeros reyes de Roma fueron etruscos. Los datos con que contamos acerca de su calzado provienen de pinturas y esculturas.
Grecia
Las pieles se curtían con alumbre y eran muy costosas, con grasa de cerdo o con aceite les daban flexibilidad.
Usaban extractos derivados de vegetales -coníferas, raíces y frutas de acacia y corteza de roble- para, mediante el tanino, teñir.
Muy a menudo los zapateros mismos curtían el cuero, pero también existían curtiembres y el oficio del curtidor, debido a los olores desagradables que emanaban de las instalaciones, no gozaba de prestigio.
En Grecia el calzado más común entre los hombres era unas abarcas de piel de buey ajustado al tobillo mediante cuerdas entrelazadas, en los estratos sociales más elevados se usaban sandalias más o menos lujosas y luego, el borceguí y la bota.
Las mujeres usaban una especie de zapatilla que cubría solo los dedos y la parte anterior del pie, las sandalias griegas correspondían a la solea romana, que usaban los hombres y mujeres en sus hogares como los calceus, que cubrían todo el pie.
Los griegos usaron la sandalia de cuero y la bota masculina hasta la pantorrilla con aplicaciones de metal, usando modelos diferentes para el pie izquierdo y derecho.
A partir del año 600 a.C., las mujeres griegas de la clase alta adoptaron un calzado de cuero similar, ajustado al pie, y los colores de moda eran el blanco y el rojo.
En los tiempos más antiguos, aún los militares, iban descalzos y sólo en períodos posteriores comenzaron a emplear zapatos, aunque permanecieron descalzos entre las paredes domésticas.
Los primeros zapatos que usaron fueron el constituyen de una suela de cuero, de madera o de fibra vegetal asegurada al pie por medio de correas.
El Krepidoi , llevado por ambos sexos para viajar con mal tiempo y para hacer largos tramos en condiciones difíciles, los femeninos eran más flexibles, podían colorearse, y tener plataforma de corcho para ganar algún centímetro en estatura.
La Krepis, disponible únicamente para los hombres libres, con la lengüeta tallada.
El Embádes era una bota empleada por hombres y mujeres y el tomaia era completamente cerrado.
Los zapatos femeninos podían decorarse de aplicaciones en metal y colorear incluso con lo púrpura.
El Ninfides era un zapato blanco decorado.
Había también un zapato para soldados, más pesado para recorrer terrenos accidentados: Koila upodémata con clavos en la suela.
Upodémata
El Endromides era una bota masculina que llegaba hasta media pierna, mientras que el Akatioi eran un zapato con punta, probablemente de origen hitita. El Kothornoi teatrali o conturno, de origen oriental , tenía una gruesa suela de cuero y fue creado por los griegos para representar en teatro la tragedia y darle altura al actor, diferenciándolo del coro y dando proporción a su figura en relación al tamaño bastante considerable de las máscaras. Los protagonistas cómicos, en cambio, usaban el Embádes.
Los jinetes empleaban botas con la espuela. Jenofonte nos informa de que los zapateros cosían las distintas partes del calzado con tendones animales y que seguían un procedimiento estandarizado en el montaje de los zapatos.
Los Karbatinai eran zapatos sencillos, hechos con una pieza única con orificios en la parte del borde por donde pasaban correas que al ajustarse ceñían el pie. Estos zapatos eran tan simples que podrían ser realizados fácilmente.
Karbatinai
Calzado de tropa
Tienda de zapatos, Museo de Boston
Fuente: www.revistadeartes.com.ar
El Perfume en el Antiguo Egipto
Las fragancias de las flores, y los olores de los animales, y minerales han sido apreciados por el hombre desde su existencia, hasta tal punto que el perfume, etéreo, agradable, volátil y expansivo fue la ofrenda más adecuada que encontraron los hombres para comunicarse con sus dioses y rendirles culto.
El arte de extraer perfumes se practica desde tiempos inmemoriales. Plínio coloca el origen de la perfumería -almizcle, incienso, ámbar, mirra y jazmín- en los países de Oriente (India, Arabia, Islas de Tylos) en el siglo XIII antes de Cristo, aunque se sabe que el incienso se utilizaba 3000 años a.C.
Antiguo Egipto
Aunque el perfume, en el sentido actual de una solución a base de alcohol, no existía en el antiguo Egipto, las sustancias aromáticas desempeñaron un papel esencial en esa gran civilización mediante dos tipos de preparados: las fumigaciones y el uso de bálsamos y ungüentos. Las primeras provienen de un método muy simple que consiste en colocar maderas, especias, frutos o resinas sobre una fuente de calor, dejando escapar sus aromas. Esta práctica no tardó en ser admitida en todos los templos en los que, poco a poco, las sustancias en estado bruto cedieron el sitio a preparados más complicados, como lo atestiguan las recetas en jeroglíficos halladas en Edfu y en Philae. Así, el kephi era una preparación célebre cuyos principales ingredientes: mirra, lentisco, bayas de enebro, granos de alholva. pistacho y chufa, eran machacados y luego tamizados. El polvillo obtenido se mezclaba con vino y después con una preparación cocida a base de resma de conífera y miel. En realidad el Kyphi o Kephri estaba compuesto por 16 productos aromáticos según una complicada fórmula y se utilizaba para hacer ofrendas al atardecer al dios Ra. Para efectuar las ofrendas, los egipcios disponían de dos clases de utensilios: una cacerolita de metal que recibía las brasas y un "brasero de incienso", especie de manga de madera o bronce terminada por una mano abierta en la que descansaba una copa que contenía el incienso.
Respecto a los ungüentos y los aceites perfumados, se aplicaban sobre una piel sana o herida según se usaran para fines cosméticos o terapéuticos. Se desconocía la destilación, y asimismo el alcohol puro, por lo que se empleaban productos grasos (aceite vegetal, grasa animal) para absorber los olores de las flores y las resinas. A esta base agregaban colorantes y productos curativos. Los ungüentos se conservaban en redomas y vasijas, a menudo de alabastro, o en vasos. También se han descubierto pequeños frascos de cerámica, piedra o alfarería, generalmente con formas de animales. Más tarde, aparecieron los frascos de cristal: cántaros con asas, ánforas, vasos y copas adornados con filamentos policromados.
Desde el Imperio Antiguo al Imperio Medio, los perfumes se reservaron más bien a usos religiosos: aplicaciones purificadoras, ofrendas a los dioses y culto a los muertos -cuando se abrió la tumba de Tutankhamon en 1922 se encontró un gran número de recipientes que aún expedían un suave aroma al ser abiertos-.
Durante el Imperio Nuevo (1580-1085 a. J. C.) los perfumes también se utilizaron como objeto de uso profano, aunque solamente los fabricaban los sacerdotes. creaban fórmulas aromáticas para cada ceremonia, pulverizadas o maceradas sufrían procesos de varios meses hasta que se obtenía la fragancia adecuada ya que cada celebración tenía su fragancia específica. Las mujeres usaban los ungüentos y los aceites aromáticos para su tocado o como cosmético y eran algo imprescindibcia que esta civilización concedió al cuidado del cuerpo y a la estética. En ellos se ve como los egipcios ponían en el agua aceites mezclados con lima y después del baño se untaban con aceites perfumados para cuidar la piel. Las damas egipcias de alto estatus llevaban siempre bolsitos de goma en los rituales amorosos.
Fueron los egipcios los primeros que utilizaron los perfumes para su cuidado personal, hay numerosos relieves y pinturas que muestran el uso de cosméticos, aceites y otros productos perfumados. Los restos arqueológicos egipcios proporcionan una gran documentación sobre la importan -resinas olorosas como aún es costumbre entre los chinos.
Fuente: www.mundobelleza.com
El arte de extraer perfumes se practica desde tiempos inmemoriales. Plínio coloca el origen de la perfumería -almizcle, incienso, ámbar, mirra y jazmín- en los países de Oriente (India, Arabia, Islas de Tylos) en el siglo XIII antes de Cristo, aunque se sabe que el incienso se utilizaba 3000 años a.C.
Antiguo Egipto
Aunque el perfume, en el sentido actual de una solución a base de alcohol, no existía en el antiguo Egipto, las sustancias aromáticas desempeñaron un papel esencial en esa gran civilización mediante dos tipos de preparados: las fumigaciones y el uso de bálsamos y ungüentos. Las primeras provienen de un método muy simple que consiste en colocar maderas, especias, frutos o resinas sobre una fuente de calor, dejando escapar sus aromas. Esta práctica no tardó en ser admitida en todos los templos en los que, poco a poco, las sustancias en estado bruto cedieron el sitio a preparados más complicados, como lo atestiguan las recetas en jeroglíficos halladas en Edfu y en Philae. Así, el kephi era una preparación célebre cuyos principales ingredientes: mirra, lentisco, bayas de enebro, granos de alholva. pistacho y chufa, eran machacados y luego tamizados. El polvillo obtenido se mezclaba con vino y después con una preparación cocida a base de resma de conífera y miel. En realidad el Kyphi o Kephri estaba compuesto por 16 productos aromáticos según una complicada fórmula y se utilizaba para hacer ofrendas al atardecer al dios Ra. Para efectuar las ofrendas, los egipcios disponían de dos clases de utensilios: una cacerolita de metal que recibía las brasas y un "brasero de incienso", especie de manga de madera o bronce terminada por una mano abierta en la que descansaba una copa que contenía el incienso.
Respecto a los ungüentos y los aceites perfumados, se aplicaban sobre una piel sana o herida según se usaran para fines cosméticos o terapéuticos. Se desconocía la destilación, y asimismo el alcohol puro, por lo que se empleaban productos grasos (aceite vegetal, grasa animal) para absorber los olores de las flores y las resinas. A esta base agregaban colorantes y productos curativos. Los ungüentos se conservaban en redomas y vasijas, a menudo de alabastro, o en vasos. También se han descubierto pequeños frascos de cerámica, piedra o alfarería, generalmente con formas de animales. Más tarde, aparecieron los frascos de cristal: cántaros con asas, ánforas, vasos y copas adornados con filamentos policromados.
Desde el Imperio Antiguo al Imperio Medio, los perfumes se reservaron más bien a usos religiosos: aplicaciones purificadoras, ofrendas a los dioses y culto a los muertos -cuando se abrió la tumba de Tutankhamon en 1922 se encontró un gran número de recipientes que aún expedían un suave aroma al ser abiertos-.
Durante el Imperio Nuevo (1580-1085 a. J. C.) los perfumes también se utilizaron como objeto de uso profano, aunque solamente los fabricaban los sacerdotes. creaban fórmulas aromáticas para cada ceremonia, pulverizadas o maceradas sufrían procesos de varios meses hasta que se obtenía la fragancia adecuada ya que cada celebración tenía su fragancia específica. Las mujeres usaban los ungüentos y los aceites aromáticos para su tocado o como cosmético y eran algo imprescindibcia que esta civilización concedió al cuidado del cuerpo y a la estética. En ellos se ve como los egipcios ponían en el agua aceites mezclados con lima y después del baño se untaban con aceites perfumados para cuidar la piel. Las damas egipcias de alto estatus llevaban siempre bolsitos de goma en los rituales amorosos.
Fueron los egipcios los primeros que utilizaron los perfumes para su cuidado personal, hay numerosos relieves y pinturas que muestran el uso de cosméticos, aceites y otros productos perfumados. Los restos arqueológicos egipcios proporcionan una gran documentación sobre la importan -resinas olorosas como aún es costumbre entre los chinos.
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El Origen del Perfume
Ya desde siglos antes de la era cristiana, el hombre se dedicó a utilizar elementos que despidieran diversos aromas, y la finalidad en los primeros tiempos, era tributar con olores agradables a sus dioses, sus momias, y sus templos sagrados. Esa costumbre se extendió a los reyes y reinas.
El término "perfume" tuvo su origen en el latín "per fumo", es decir: "por el humo". Y se fueron superando los experimentos para perfeccionar el producto, pues tenía un significado de adoración y reverencia, y con el paso del tiempo, de súplica y seducción.
Se perfeccionaban los ungüentos y fragancias y a la vez se trataban de realizar envases exóticos, trabajados con dedicación artesanal y ciertos recipientes llegaron a constituir verdaderas obras de arte.
Desde tiempos muy remotos aparecen datos del frecuente uso de elementos de perfumería y cosmética: en la Dinastía I de Egipto ((alrededor del 3100 al 2907 a.C.) ya se utilizaban ciertos preparados. En las tumbas se ha encontrado jarrones con ungüentos perfumados según fue comprobado por los hallazgos realizados después. Hombres y mujeres egipcias usaron aceites perfumados para mantener su piel suave y para aminorar el efecto del clima seco de su región. Se decoraban, además, los ojos aplicando un color verde oscuro en el párpado inferior y oscureciendo las pestańas y el párpado superior con kohl, un preparado de antimonio u hollín. En las pinturas y frescos se pueden observar claramente las pinturas en los ojos.
Se cree que los judíos adoptaran la aplicación de los cosméticos de los egipcios, puesto que el Antiguo Testamento hace referencia a pinturas para la cara.
A partir de la mitad del siglo I antes de Cristo los romanos utilizaron algunos cosméticos como el kohl para oscurecer las pestańas y los párpados, la tiza (o gis) para blanquear la cara, el colorete, los elementos depilatorios (compuestos para eliminar el vello) y la piedra pómez para limpiar los dientes.
En Europa se generalizó recién en la edad media cuando los cruzados observaron el uso de los cosméticos en el Oriente Próximo, y fueron ellos quienes lo propagaron en sus regiones.
Durante el siglo XIX, en Francia se investigó científica y profundamente el preparado de perfumes y ungüentos, tratando de mejorar los productos que se iban utilizando profusamente ya en estos tiempos modernos.
El cosmético, el perfume y la moda se van desarrollando paralelamente, y hay grandes formas especializadas en la producción de mejores productos, como Dior, Balenciaga, Balmain y Chanel de París; Norman Hartnell, Hardy Amies y Belville Sassoon, de Gran Bretańa; Giorgio Armani, Gianni Versace y Romeo Gigli en Italia; y Balenciaga, Paco Rabanne, Manuel Pińa, Adolfo Domínguez y Vittorio & Lucchino, en Espańa, entre otros.
Por lo general utilizan firmas famosas de la moda para comercializar varios tipos de productos para la mujer y el hombre, así promocionan sus carteras, perfumes, pańuelos, echarpes, bolsos, maletas y bijouterie.
El uso de los adornos, pinturas y cremas se dio en todas las civilizaciones y en todas partes del mundo. Las pinturas que se realizaban en el cuerpo los indígenas americanos, los tatuajes, las incisiones superficiales en la piel (orejas, nariz, etc.) para colocarse adornos, fueron usados por culturas primitivas y también por las más adelantadas, y se siguen usando en la actualidad.
Hoy en día esta industria tiene un importante desarrollo en productos de belleza para hombres y mujeres y es muy rentable, como lo es el proceso de obtención de los perfumes que tienen origen animal o vegetal, y otros artificiales a partir de compuestos químicos naturales.
Las principales fuentes de obtención de materias primas para lograr las esencias son: animales (el almizcle, la algalia, el ámbar gris y el castóreo) y vegetal ( las hojas de salvia, tomillo y menta; la corteza de la canela, la cáscara de naranja, la madera de cedro y de sándalo; las raíces de lirio; los pétalos de rosas, violetas y otras flores y las gomas resinosas segregadas por el alcanfor y la mirra). La extracción de los perfumes naturales se hace por destilación, extracción y exprimido.
Fuente: http://perfumes.index.es/
La Vestimenta en la Prehistoria
En 1.886, en la pequeña gruta de Cro-Magnon fueron encontrados varios esqueletos que permitieron afirmar que el hombre de esa raza alcanzaba una talla de 1,80 m, era robusto y vigoroso, de cráneo alargado y voluminoso, ligeramente aplanado en el occipucio, con una frente alta y arcos superciliares apenas salientes.El rostro, algo ancho en los pómulos, mostraba una nariz estrecha y larga. La mandíbula inferior tenia un mentón bastante pronunciado.
Los hombres y las mujeres de esa raza - que vivió durante el periodo Paleolítico - cubrían el cuerpo con pieles a manera de taparrabos, que sujetaban con tiras de cuero crudo; se adornaban con collares hechos con las uñas y los dientes de los animales que cazaban para su sustento, así como también de caracolillos, que enhebraban en finas tiras de cuero.
Es posible afirmar que conocían el fuego, el cual era conservado ritualmente.
Ante el avance de los glaciares, el hombre tuvo que refugiarse en las cavernas naturales para poder soportar los crueles fríos que sobrevinieron. Comenzó a utilizar nuevos elementos para la confección de las ropas de abrigo que se vio forzado a vestir. Con astillas pulidas de hueso creó la aguja y cosió sus prendas, con las que llegó a cubrir enteramente su cuerpo.
También empleó el marfil, que tallaba dándole formas diversas, y comenzó a decorar el interior de las cavernas que lo cobijaban con figuras de animales primorosamente dibujados y pintados.
Estas manifestaciones de arte marcan los albores de una cultura que revela cómo las circunstancias crean en el hombre la renovación de sus ideas para una vida mejor.
Al retirarse los glaciares, el hombre primitivo buscó climas más benignos y templados, lo que le permitió conocer y desarrollar la agricultura, así como también emplear la lana de ciertos animales para la confección de tejidos que reemplazaran a las pieles.
Los grupos de familias y, por consiguiente, de viviendas, fueron conformando poblaciones, y así nació la primitiva ciudad.
La vida en sociedad y el trabajo en colaboración lograron un relativo refinamiento, pues ya por entonces las mujeres se adornaban con pulseras y se pintaban el rostro, lo cual puso de relieve un naciente bienestar y seguridad con relación a la supervivencia.
Además, como ejemplo de su incipiente artesanía, nos dejó valiosas muestras de una alfarería preciosamente decorada.
Fuente: www.modahistoria.com
Los hombres y las mujeres de esa raza - que vivió durante el periodo Paleolítico - cubrían el cuerpo con pieles a manera de taparrabos, que sujetaban con tiras de cuero crudo; se adornaban con collares hechos con las uñas y los dientes de los animales que cazaban para su sustento, así como también de caracolillos, que enhebraban en finas tiras de cuero.
Es posible afirmar que conocían el fuego, el cual era conservado ritualmente.
Ante el avance de los glaciares, el hombre tuvo que refugiarse en las cavernas naturales para poder soportar los crueles fríos que sobrevinieron. Comenzó a utilizar nuevos elementos para la confección de las ropas de abrigo que se vio forzado a vestir. Con astillas pulidas de hueso creó la aguja y cosió sus prendas, con las que llegó a cubrir enteramente su cuerpo.
También empleó el marfil, que tallaba dándole formas diversas, y comenzó a decorar el interior de las cavernas que lo cobijaban con figuras de animales primorosamente dibujados y pintados.
Estas manifestaciones de arte marcan los albores de una cultura que revela cómo las circunstancias crean en el hombre la renovación de sus ideas para una vida mejor.
Al retirarse los glaciares, el hombre primitivo buscó climas más benignos y templados, lo que le permitió conocer y desarrollar la agricultura, así como también emplear la lana de ciertos animales para la confección de tejidos que reemplazaran a las pieles.
Los grupos de familias y, por consiguiente, de viviendas, fueron conformando poblaciones, y así nació la primitiva ciudad.
La vida en sociedad y el trabajo en colaboración lograron un relativo refinamiento, pues ya por entonces las mujeres se adornaban con pulseras y se pintaban el rostro, lo cual puso de relieve un naciente bienestar y seguridad con relación a la supervivencia.
Además, como ejemplo de su incipiente artesanía, nos dejó valiosas muestras de una alfarería preciosamente decorada.
Fuente: www.modahistoria.com
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