sábado, 6 de octubre de 2012

El Pañuelo

Dios le da pañuelo...

Pañuelos de Loewe
Tras cumplir un papel utilitario, desterrado por el kleenex, se ha convertido en un accesorio de primera categoria.

Esa prenda, que en otras épocas fuera utilizada hasta para seducir, ha sido suplantada, ¡Tiempos modernos!, por un pañuelo que es vendido en cómodos paquetes y que está fabricado de un material menos enternecedor que las sedas de antaño.
Esta prenda imprescincible en cualquier armario que se precie, se remonta nada más y nada menos que al año 2500 antes de Cristo, cuando un mago de la corte de los Faraones de Egipto decapitaba un ganso y, tras taparlo con un pañuelo, volvía otra vez a unir la cabeza y el cuerpo.
Muchos siglos después, ya entrados en la era de Bizancio, las damas del séquito del emperador tenían el honor de adornarse con pañuelos finos que se colocaban, de modo ritual, en la parte superior del hombro izquierdo.
Tras muchos años de ser considerado una prenda inservible, es en el Renacimiento cuando el pañuelo resurge. Si algo caracteriza a este periodo, es una valoración del individualismo y de la elegancia, lo que incluía una opinión favorable a la limpieza. Acto seguido, y como identificación con la época, hay un auténtico resurgimiento del pañuelo. En Italia, en los ajuares de las novias se conocían como panetti de naso los que se destinaban a sonarse la nariz.

Mucho más delicados y con una función más aristocrática eran los fazzoletti, pañuelos de adorno y auténticos accesorios de la moda de la corte...Eran las damas quienes los llevaban en la mano durante las fiestas. Cumplían toda la función: la de seducir; para ello los fazzoletti eran adornados cada vez con más profusión. Este papel de tan delicada prenda no era sólo característico de Italia: Europa siguió enseguida su ejemplo. Las damas, como quien no quiere la cosa, lo dejaban caer con mucha delicadeza para que el hombre que habían elegido lo recogiese solícito... Hubo más de un pañuelo que quedó perdido por los suelos y rincones más recónditos, y más de una dama que hubo de utilizar otra prenda similar para secar las lágrimas producidas por el desplante.
Los pañuelos de bolsillo tuvieron su gran auge con la llegada del tabaco de América. Los europeos de todas las clases y rangos comenzaron a tomar rapé y, en consecuencia, a sonarse la naríz después...Era el final del pañuelo como adorno. Comenzó una gran demanda de pañuelos de bolsillo.
A finales del siglo XVIII, y gracias a las nuevas técnicas, el pañuelo llega a ser un artículo de masas asequible. Existían varios motivos; la invención del estampado de rodillo por Thomas Bell y la del hilado de algodón mecánico or E. Cartwright; y por otra parte, la gran extensión que iban adquiriendo las plantaciones de algodón de América.
En el siglo XIX ocupa un lugar preferencial el pañuelo de bolsillo, que sigue siendo de seda o batista, y que los caballeros situaban en el bolsillo superior de la americana. Al margen de la del puro ornamento, la utilización de esos pañuelos era casi medicinal: reanimar a las señoras o señoritas en sus habituales desvanecimientos, a los que los caballeros acudían veloces, pañuelo en mano, a proporcionar aire fresco a los pálidos rostros de las damas.
Hoy, las damas siguen conquistando, pero con otros métodos.
Hoy siguen existiendo mucosidades, pero se utilizan los kleenex. Hoy, las mujeres se desvanecen pero a nadie se le ocurre usar un pañuelo para reanimarlas. Y hete aquí que nos encontramos ante el renacimiento del pañuelo, que vuelve por sus fueros. Así que desde las bandanas vaqueras atadas al cuello, hasta los utilizados como cinturón, los pañuelos forman parte primordial de los guardarropas de señoras y caballeros.

Fuente: Revista Dunia, España, año 1985.

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