lunes, 28 de junio de 2010

Pelos y Pelucas en el Antiguo Egipto

Las ideas relacionadas con los cabellos entre los pueblos del Mediterráneo partían de la base de que éstos simbolizaban la plenitud y la vitalidad del hombre. El cabello no es una parte del ser humano que dependa de su voluntad, crece de forma espontánea, incluso más allá de la muerte durante cierto tiempo. El cabello era por lo tanto portador de muchos simbolismos, y de alguna manera, cada individuo se sentía representado por sus cabellos. Cuando el cabello se caía o se volvía gris, el individuo se sentía amenazado por la edad o la enfermedad y sentía mermada su capacidad vital.

El ser agarrado por el pelo, incluso hoy en día, es sinónimo de ser vencido y quedar a la merced del otro. El faraón agarraba a sus enemigos por el pelo para demostrar que los sometía. En otras culturas antiguas sucedía algo parecido, si una persona se dejaba tocar los cabellos por otra significaba que le entregaba su voluntad y demostraba sumisión. Por ejemplo entre los germanos, el simple hecho de tocarle las barbas a alguien significaba una adopción, y entre los griegos, este mismo gesto significaba sumisión y petición de clemencia. Incluso se llegó a atribuir poderes mágicos al cabello, todos recordamos el episodio bíblico de Sansón y su fuerza en los cabellos. Hasta en el lenguaje coloquial se percibe esta importancia de los cabellos, puesto que todos hemos oido expresiones como “subirse a las barbas” o “tomar el pelo” como falta de respeto, “jugarse el bigote” para decir arriesgar la vida, o antiguos juramentos que decían “por mis barbas” que era tanto como decir “por mi vida”.
Entre las culturas antiguas también encontramos que el cabello tenía una gran importancia en los diferentes momentos de la vida, y con frecuencia había ritos relacionados con él en los cambios de etapa en la vida de las personas, como puedan ser la infancia, pubertad, maternidad, sacerdocio, los ritos funerarios...
Vamos a tratar de desvelar hasta qué punto fue importante todo lo relacionado con cabellos, peinados y pelucas en el Antiguo Egipto. Egipto es un país africano, por lo tanto debemos pensar que sus habitantes tendrían en su mayoría cabello oscuro y rizado como correspondería étnicamente a las razas mediterráneas. No queremos decir los rizos pequeños y apretados de los individuos de raza negra, sino ondulado, o al menos no liso como encontraríamos en las culturas americanas o en las personas pertenecientes a la razas orientales. El pelo de los egipcios se iría haciendo más rizado cuanto más al sur, en la zona de Nubia, donde ya sería el tipo de cabello fuertemente rizado de la raza negra.
Por lo tanto cabe suponer que los habitantes de Egipto tendrían, en su mayoría, cabellos negros, o al menos bastante oscuros. Y también que la calidad de su pelo era buena, ya que el cabello en las razas mediterráneas suele ser abundante y fuerte.
No obstante, una vez más, la climatología de Egipto, con su calor sofocante, condiciona casi todos los aspectos de esta civilización. Y el estilo de peinado no podía ser menos. Los egipcios normalmente llevaban el cabello corto, o incluso rasurado. Si acaso las mujeres podían llevar una melena corta y cuadrada, pero los hombres solían cortar sus cabellos muy cortos, casi al estilo actual. Esto tiene toda la lógica del mundo en lo referente a las clases trabajadoras. El pelo corto o rasurado era una buena manera de hacer frente al calor y a los parásitos. Por este mismo motivo también se depilaban todo el vello corporal.
El cabello y el cuero cabelludo era motivo de constantes atenciones. Unas veces se trataba de combatir las canas, otras veces la calvicie, otras tratar de hacer que el pelo creciera de nuevo, e incluso les preocupaba que las cejas se les volvieran grises. En el Papiro Ebers encontramos recetas para “transformar a un viejo en joven” (esto sería un tinte) así como otra destinada a mujeres y que sirve para “hacer que a una rival se le caiga el pelo”. Esta receta se compondría de hojas de loto quemadas y sumergidas en aceite que habría que aplicar en la cabeza de la mujer odiada.
La receta propuesta por los egipcios para hacer crecer el pelo de alguien calvo sería: grasa de leon, grasa de hipopótamo, grasa de cocodrilo, grasa de gato, grasa de serpiente y grasa de ibis, todas ellas mezcladas y puestas en la cabeza. No sabemos si esto era efectivo, aunque el hecho de que la alopecia siga atormentando a la humanidad, nos hace dudar de su eficacia..
Las referencias al cabello también tienen su importancia en la mitología. La diosa Isis, al enterarse del asesinato de su marido, lo primero que hace es cortarse un mechón de su cabello antes de emprender su búsqueda del cuerpo. Igualmente cuando llega a Biblos, enseña a las damas de aquella corte a trenzar sus cabellos.
En los ritos funerarios también parece que el cabello tenía su papel. Hombres y mujeres aparecían con el pelo en desorden, y las mujeres plañideras se tiraban del pelo entre lamentos, y se tiraban ceniza sobre ellos. Por otra parte, en muchos enterramientos han aparecido pequeñas trenzas o bucles de pelo humano cuidadosamente guardados en cajitas. No sabemos muy bien si esto eran postizos o extensiones y formaban parte del ajuar funerario, como el caso de las pelucas completas, o era simplemente una cuestión piadosa basada en el cariño de alguien por el fallecido o viceversa. La realeza contaba con peluqueros y barberos que cuidaban tanto de su pelo natural como de las pelucas. Tanto mujeres como hombres se ponían a diario en manos de los peluqueros, barberos, manicuristas, etc., al menos esto es lo que nos quieren indicar las representaciones oficiales. Solo en el caso de la familia amárnica tenemos la seguridad absoluta de que llevaban el cráneo rasurado. Hay gran cantidad de representaciones en las que aparecen tanto la pareja real, como sus princesitas luciendo sus alargadas cabezas afeitadas.
Pero en la vida real, las clases trabajadoras se conformaban con ir al barbero/peluquero de vez en cuando para que les rasurase el cráneo. Para ello, hacían cola al aire libre y esperaban su turno echando un sueñecito a la sombra. Así lo vemos en la tumba de Userhat, la nº 56 de Gurnah. Ahora bien, casi podemos decir que se sabía la posición social de un personaje por la longitud de sus cabellos. Cuanto más adinerado era el personaje, más largo el cabello. Un hombre o mujer de cabellos largos no podría estar trabajando en el campo a pleno sol, y si lo hacía, el aspecto de sus cabellos sería de suciedad y desaliño. Así, solo quienes tenían sirvientes para cuidarles y trenzarles el pelo, podían permitirse dejarlo crecer. Aunque, a partir de las representaciones, es muy dificil determinar si el pelo era natural, o se trataba de peluca. Por supuesto en los elaboradisimos peinados que vemos en los banquetes, o en las decoraciones de las tumbas, no nos cabe ninguna duda de que son pelucas. La duda aparece cuando el peinado es “posible”, es decir, no es tan sofisticado, y sería por lo tanto factible que fuera de pelo natural.
Como ya hemos dicho, resulta muy dificil saber si los peinados que aparecen en las imágenes representadas son de pelo natural. Solo en las escenas de vida cotidiana y de trabajadores, podemos estar seguros de que se trata de pelo natural. En las escenas “oficiales” o rituales siempre aparecen representados con pelucas, incluso los sirvientes.
También resulta algo pretencioso llamar peinados a lo que simplemente es un cabello corto, o un cráneo rasurado, ya que es así como aparecen los adultos en estas escenas. Baste para ello ver a los carniceros, o cerveceros, o joyeros. Es decir, los artesanos aparecen frecuentemente rasurados o con cabello muy corto.
En el caso de las mujeres, el hecho de que aparezcan con frecuencia con una melenita corta y cuadrada nos hace pensar que el estilo predominante entre ellas era este, y que efectivamente era su pelo natural, ya que no parece probable que usaran peluca para los extenuantes trabajos que realizaban.
En el caso de los niños, si que tenemos seguridad absoluta de que les afeitaban la cabeza totalmente con el fin de evitar los molestos piojos y liendres. Los niños de la nobleza tambien solían ir rasurados, a excepción de unos cuantos mechones, por lo que vemos en las representaciones. Aunque esto debia ser incómodo, y creemos que era una manera de representarlos para “embellecerlos” de alguna manera, ya que este tipo de arreglo capilar no parece práctico en la vida cotidiana, y menos para niños. Las jovencísimas sirvientas nubias tambien llevaban estos mechones, aunque solían trenzarlos. Los niños de la realeza podían llevar el pelo corto, o llevarlo rasurado, pero manteníendo un mechón en lo alto de la cabeza que dejaban crecer y que trenzaban en un mechón lateral que denominamos mechón de juventud, puesto que al alcanzar la pubertad, lo cortaban. En las representaciones, este mechón aparece azul, como imitando el pelo de los dioses.
Otro tipo de peinado que suponemos de pelo natural era el que utilizaban las bailarinas. Estas muchachas llevaban el pelo largo y lo utilizaban para acompañar los movimientos de sus danzas. Por supuesto no podrían utilizar pelucas para bailar sin que se les cayeran durante sus evoluciones. Hay representaciones en los que estas mujeres aparecen con el pelo suelto, o apenas sujeto por unas cintas.
Hay también representaciones en las que aparecen con el pelo corto, pero con un largo mechon en lo alto de la coronilla, el cual trenzaban con un disco o una bola de terracota que ponían en el extremo de la trenza. Esto suponemos que les servía para dar peso a la trenza y poderla hacer oscilar al ritmo de la música y configurar así algo equivalente a una coreografía.
Los sacerdotes, por su parte, aparecen representados de diferentes formas. Los sacerdotes de menor grado, como por ejemplo los lectores o los wab (puros) iban casi siempre totalmente afeitados. Pero encontramos otros sacerdotes, como puedan ser el sem o el Iunmutef que suelen aparecer con peluca corta y redonda de la que denominamos “nubia”. Particularmente en el caso de los Iunmutef suelen estar representados con peluca corta y trenza lateral, como los niños. Este tipo de peinado era también el de los sacerdotes del clero del dios Ptah en Menfis, y siempre era peluca.
Ya hemos dicho que tenían un estilo de peinado para cada etapa de la vida. El curioso peinado con el que representan a las mujeres que están de parto nos confirma este hecho. Al parecer mientras duraba el trabajo del parto la mujer llevaba un moño despeinado e informal en lo alto de la cabeza, y sólo cuando el niño estaba dispuesto a ver la luz, ella soltaba sus cabellos, como vemos en las representaciones y en el jeroglífico.
Al parecer, recogiendo su pelo conjuraba a los espíritus malignos, y una vez estaban ya conjurados, ella soltaba el pelo como dando permiso al niño para nacer sin peligro. Pero este peinado igualmente era el utilizado para amamantar al bebé. Quizás cumpliera las mismas funciones mágico-religiosas de protección a la madre y al bebé. Pero en mi opinión podría tratarse de una idealización de la tendencia natural que tendría una mujer de recogérse el pelo en lo alto de la cabeza con horquillas, con el fin de paliar el calor y de evitar que cayeran cabellos al bebé que amamanta. Poniéndolo en lenguaje actual, parece lógico que una mujer de pelo largo que va a dar el pecho a un bebé, se lo recoja con una pinza en lo alto de la cabeza para mayor comodidad de ambos. Lo cierto es que siempre que aparece una escena de lactancia, la madre está representada con una especie de moño nada simétrico y bastante informal. Además de estar siempre sentada bajo una pérgola de clemátides, planta que al parecer tenía mucho que ver con la sexualidad y sus consecuencias, en este caso la maternidad. En la iconografia de imágenes de lactancia, casi siempre aparece igualmente un espejo y una sirvienta nubia, con los típicos mechones en su cráneo rasurado.
En cuanto a los extranjeros que visitaban o vivían en el Valle del Nilo, solo los mencionaremos para contrastar las grandes diferencias que presentaban en el estilo de peinado. Los asirios, asiáticos, los pueblos del mar y los nubios siempre aparecían representados con sus estilos autóctonos de peinado. Y al parecer ninguno de esos pueblos tenía por costumbre el uso de pelucas.
Desde épocas muy antiguas aparece el uso de la peluca en Egipto. Para ilustrar esta afirmación debemos remontarnos a las figurillas votivas de fertilidad que ya aparecían con una enorme cabellera de terracota en la que había practicados unos agujeros que servían para insertar ramitas y fibras vegetales a modo de cabellera vegetal.
También en épocas posteriores se siguieron fabricando unas figurillas votivas de fertilidad en forma de pala de madera, cuyas espesísimas pelucas estaban hechas de cuerdas.
Ya hemos dicho que los egipcios se rasuraban por higiene, pero para mantener la estética hacían uso de pelucas en sustitución del propio cabello. Tanto el faraón, como los dioses, o los personajes de la realeza lucían diferentes pelucas dependiendo del rito representado, por tanto debemos pensar que existía cierta simbología en el estilo de la peluca, puesto que los egipcios hacían pocas cosas por que sí, sino que cada cosa obedecía a algo.
Vamos a centrarnos primero en las técnicas de fabricación. Las pelucas egipcias estaban hechas mayoritariamente de cabello humano. No parecen ciertas las afirmaciones de que fabricaban pelucas “baratas” con fibras de palma, o con lana, al menos para la parte “visible” de la peluca. Si que pudieron haber servido de relleno o de base. Lucas y Harris afirman en su libro sobre materiales en el Antiguo Egipto haber analizado microscópicamente 14 de las 15 pelucas que hay en el Museo Egipcio de El Cairo, y el resultado fue común: todas ellas estaban fabricadas con pelo humano castaño o castaño oscuro, se habían teñido de negro y habían sido impregnadas con cera de abejas. Por el contrario, ningún ejemplar de peluca de fibras de palma o de lana ha llegado a nuestros días. Parece, pues, lógico poner en duda su existencia.
Las pelucas, como tantas cosas, fueron idealizadas por los artistas en su afán de simetría, ya que los pocos ejemplares que han llegado a nuestros días no son tan nítidas ni elegantes como aparecen en las representaciones. Además de estar muy manchadas por la grasa de los conos.
La confección de una peluca seguía un esquema simple: El pelo natural, en mechones sueltos, retorcido o en trencitas se entrelazaba muy tirante entre las aberturas de un soporte almohadillado que podía ser de fibras vegetales. Para darle consistencia y fijar el cabello al soporte sumergian (solo el soporte y la raiz de la peluca en un líquido compuesto por resina y cera de abejas. La resina endurecida haría las veces de adhesivo y mantendría los mechones en su lugar. La cera le daría cierta flexibilidad y no se derretiría hasta los 60º por lo tanto la peluca quedaría en su sitio incluso en los días de mas calor. Entonces, ya con la base fijada se podría proceder al peinado de la peluca. Se calcula que una peluca constaba aproximadamente de unos 120.000 cabellos como mínimo.
La famosa peluca rubia rizada del Museo Británico está hecha sobre un entramado de trencitas (unas trescientas, de 400 cabellos cada una) que deja aberturas romboidales por las que se pasan los mechones rizados de la coronilla, que forman una cascada de bucles en lo alto de la cabeza. Las damas acaudaladas tenían sirvientas que cuidaban sus pelucas, y las repeinaban, mientras que en la clase baja, se arreglaban unas a otras, ya que no se puede trenzar el cabello de la nuca una misma. Las pelucas eran fabricadas por los barberos o por mujeres.

Reino Antiguo y Medio
Las pelucas femeninas que aparecen más frecuentemente en las representaciones del Reino Antiguo son las cortas cuadradas y las largas tripartitas. Las primeras son las típicas pelucas de melena corta cuadrada como la que luce la princesa Nofret en la estatua en la que está con su marido. Estas pelucas tenían raya en medio y el cabello muy abundante caía a los lados hasta el mentón más o menos sin llegar a los hombros. Cubría las orejas, aunque al parecer iban superpuestas, y no les importaba nada que el propio cabello apareciera por la frente. Normalmente llevaban una diadema o cinta rodeando la frente.
Los hombres en el Reino Antiguo solían llevar su pelo natural muy corto o afeitado, aunque podían utilizar alguna peluca corta para actos específicos. En las representaciones parietales casi todos los obreros o campesinos aparecen rasurados.
Y no debemos dejar de mencionar a la más exótica de las reinas del REINO ANTIGUO. Nos estamos refiriendo a Meresanj III, la cual no sabemos si utilizaba peluca de pelo muy corto, o realmente instauró la moda de cortarse el pelo natural a lo chico en el Reino Antiguo. Pero lo que llama poderosamente la atención es el color rubio del pelo (o peluca) en aquella época de costumbres tan sobrias.

Reino Medio
Durante el Reino Medio las pelucas cortas cuadradas quedaron para las clases trabajadoras, mientras que las de pelo muy corto, casi como un casco, y las de pelo largo llamadas tripartitas fueron las más comunes.
Las pelucas tripartitas consistían en una melena dividida en tres partes, dos mechones a los lados que caían sobre el pecho, y otro mechón mas grueso que caería por la espalda. Suponemos que esta disposición del pelo era una idealización más, ya que al menor movimiento las tres particiones se mezclarían y quedaría el pelo desordenado. Aunque también podían estar los cabellos impregnados de algo que les diera consistencia y les impidiera moverse de su sitio. Normalmente estas pelucas no eran de trenzas sino de mechones gruesos y lisos, dejaban ver las orejas y tambien estaban peinadas con raya en medio.

Reino Nuevo - Pelucas complejas
Como casi todo en el AE, las pelucas llegaron a su momento de mayor sofisticación en el Imperio Nuevo, con intrincados trenzados, y diferentes capas de pelo. Cada mechón acababa en un tirabuzón, o llevaba algún adorno.
Pero no solo se utilizaba la técnica de la trenza sino también un torsionado del cabello formando mechones gruesos, que impregnaban en cera o grasa para mantenerlos torsionados y en su sitio. Quizás deberíamos considerar a los egipcios como los inventores de las rastas que tan de moda están hoy en día.
Parte trasera de representacion de peluca en mechones gruesos o rastas. Estas pelucas complejas podían ser de pelo muy largo y abundante, pero también más cortas, solo hasta tocar los hombros, con aspecto más bien redondo y diferentes capas de pelo cortado y dispuesto en diagonal, logrando efectos sorprendentes.
Otro tipo de peluca muy utilizada por los hombres fueron las llamadas nubias. Estas pelucas eran cortas, redondas, pegadas a la cabeza casi como un casco. Este tipo de peluca, aunque preferida por los hombres, también fue muy utilizada por algunas mujeres con cargos de importancia o de carácter autoritario, como pudieron ser Hatshepsut, Tiyi o Karomama.
Por supuesto siguieron utilizándose las pelucas largas tripartitas, aunque ahora aparecían con trenzados y adornos en los extremos de los mechones o trenzas, y se pusieron de moda las llamadas pelucas Hathoricas, o de caracol. Esto consitía en arrollar el cabello de la peluca a un disco de material rígido formando dos caracoles sobre el pecho, casi con el aspecto de que llevaban los rulos puestos. Esto imitaba la iconografía tradicional de la diosa Hathor y fue muy popular entre las reinas de la Din XVIII. Aunque, una vez más ponemos en duda que estos discos se sujetaran a menos que estuvieran pegados o entrelazados con el pelo.
Según fue avanzando el tiempo la moda se liberalizó, y se adoptaron pelucas más largas y de aspecto más libre y salvaje, quizas debido a influencias extranjeras. Esta libertad adquirida en la realidad quedaba igualmente idealizada en las representaciones, donde aparecian las ondas perfectamente paralelas, aunque todos sepamos que esto no puede mantenerse así, a menos que estuvieran rígidas por algún producto que hiciera las veces de nuestras lacas. Y definitivamente, las melenitas cuadradas quedaron solo para las clases trabajadoras.
Las pelucas eran habitualmente de pelo oscuro, pero tampoco tenían empacho en teñirlas de colores, y así hemos visto pelucas azules, rubias y blancas. Para conseguir el azul utilizaban el indigo (indigofera tinctoria), y para los tonos rojizos la henna.
Las azules suelen ser las nubias que usaban los soldados y oficiales de élite. El color azul trataria de aproximarse al color del jeperesh o corona de guerra del faraon, y además al color de pelo de los dioses, quienes tenían el pelo de lapislazuli, y frecuentemente se los representaba con el pelo azul.
Y los demás colores formarían parte de la fantasía, como vimos en el caso de la reina Meresanj, si bien en el caso de pelucas blancas podrían estar queriendo indicar de la edad de los personajes representados.
En cuanto a los dioses de figura antropomorfa podemos decir que seguían un poco las modas de los mortales, aunque generalmente tanto dioses como diosas aparecen con peluca tripartita antigua, es decir sin trenzar, de pelo liso y azul, imitando el lapislazuli. No obstante en el caso de dioses niños siempre están representados con el mechon lateral de juventud, como es el caso de Ihy, Nefertum, Jonsu o Harpócrates.
Cuando los infantes de la realeza aparecían con peluca, esta era de tipo nubio corta y con el clásico mechón de juventud.

Fuente: http://www.peluqueriaimaginat.es/

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